domingo, 19 de mayo de 2019

Manipulaciones y creencias


Hay quien sostiene, de manera encomiable por un lado, aunque sembrando la sospecha por otra, que el librepensamiento resulta imposible. Dejaremos claro que, efectivamente, entendido como concepto absoluto, el librepensamiento, o pensamiento independiente, resulta francamente difícil. Es más, lo que nos reafirma en nuestra defensa del mismo, lo cual no quiere decir que ninguno de nosotros merezca el calificativo de 'librepensador', es nuestra más firme oposición a todo absolutismo sin que por ello caigamos en un vulgar relativismo (ya que, de una manera o de otra, todos tenemos ciertas creencias, aunque con la permanente crítica en base a la verificación con la realidad que conocemos; no entraremos, de momento, en abstrusas polémicas sobre lo que es o no 'real'); identificamos el absolutismo con cualquier tipo de creencia, y más en concreto con toda creencia trascendente, es decir, no sujeta a la verificación y al debate en un plano humano (para bien, y tantas veces para mal, el único que conocemos).


Antiguamente, el librepensamiento aludía a una emancipación de la creencia religiosa en aras del conocimiento humano. Por supuesto, seguimos pensando tal cosa, aunque es necesario expandir esa liberación a otro tipo de creencias dogmáticas; haberlas haylas, y de qué manera. Como hemos dicho, entendemos como un pensamiento aceptablemente independiente aquel que obliga a revisar sus creencias de manera permanente; sin enloquecer por ello, ya que necesitamos a diario ciertas dosis de confianza en un conocimiento no verificado para sobrevivir (lo que denominan 'atajos cognitivos', pero aceptando que es necesario oxigenar el cerebro de vez en cuando; pensamos que algunos cerebros no dejan pasar demasiado el aire).
No pocas veces, sufrimos el ataque dogmático a la libertad de expresión. Resulta muy fácil, de boquilla, atacar el fundamentalismo de esa gente que considera que su verdad no puede ser cuestionada ni ridiculizada y actúa de forma violenta para remediarlo. Resulta muy fácil criticar el fundamentalismo, y más si es una religión ajena. Sin embargo, el Papa lo dejó muy claro, en un conversación que a buen seguro no pretendía que fuera pública; reproducida con palabras no exactas, 'si te metes con algo sagrado para mí, te llevas una hostia' (y no precisamente consagrada). Nos gusta el clero cuando actúa como lo que es; dicho de manera no irrisoria, una clase mediadora que cree estar en contacto con una verdad absoluta y trascendente. A buen seguro que la inmensa mayoría de religiosos no cogerían un arma para fulminar al que les ha ofendido; no obstante, irritan un poco esas pseudocríticas al fundamentalismo que llevan siempre un 'sí, pero…'.

viernes, 10 de mayo de 2019

Librepensadores, ayer y hoy

Identificar mero ateísmo con librepensamiento nos conduce a no pocas objeciones y problemas. Hay que distinguir entre la figura de un librepensador, propia de los siglos XVIII y XIX y lo que hoy podemos considerar que eso significa. Creemos sinceramente, y de una manera también ferozmente autocrítica, que desde posiciones ateas, lo que entendemos por un movimiento ateo combativo con la religión y más o menos organizada, se produce con cierta asiduidad esa ambivalencia de pretender ser progresista y librepensador y hacerlo únicamente desde posiciones, quizá no superadas, pero sí necesitadas de ser puestas al día conforme a nuevos discursos que resultan de lo más cuestionables. 

Hoy, así hay que considerarlo de manera permanente y muy crítica, no es lo mismo ser un librepensador en la actualidad que en la época que nace esa condición, en torno a lo que llamamos la Ilustración. Lo que queremos expresar es que da la impresión de que existe quien se refugia en ese librepensamiento de los orígenes, de una época en que los paradigmas eran obviamente muy distintos, y sin embargo adopta una actitud bien poco librepensadora en la actualidad; de hecho, es posible que los auténticos librepensadores les parezcan personas equivocadas, a veces subversivas y peligrosas, adoptando con ello una condición en realidad tristemente conservadora. Dicho de modo elemental, el librepensamiento en origen consistía en escapar de un mundo de creencias aceptadas y de una serie de pautas establecidas (una serie de dogmas y prejuicios,