miércoles, 26 de septiembre de 2018

Relativismo y dogmatismo en la historia


Indagamos esta vez en la historia de la filosofía para averiguar por qué pensamos como lo hacemos en la actualidad; para ello, nada mejor que la gran controversia entre los relativistas (favorecidos en época temprana por escépticos y sofistas) y los dogmáticos (y su idea de verdades absolutas), cuyo pensamiento se nos hace tan rechazable; ¿caemos con ello en el mero relativismo?

Lo que hoy somos y pensamos, al menos en lo que se conoce de manera cuestionable como civilización occidental, pienso que es una consecuencia de siglos de historia. Es por eso que si queremos indagar en esta controversia sobre el relativismo hemos de remontarnos a la Grecia del siglo V (antes de la era impuesta por los cristianos). En ese tiempo se iba fraguando un tipo de racionalidad bien diferenciada de la sustentada en el relato mítico, basada en la observación, la reflexión y la argumentación. Las primeras preguntas se establecían en torno a la naturaleza del mundo y su origen, hasta que Sócrates amplió las cuestiones al campo del conocimiento y de la ética (una especie de giro reflexivo hacia el interior del ser humano). En ese tiempo vivieron también los sofistas, como Protágoras o Gorgias, que consideraron que nada "es" en "sí mismo" y todo es relativo al ser humano. Según esta visión, no se puede apelar a un criterio sobrehumano para establecer una Verdad ni tampoco para solventar una controversia entre puntos de vista confrontantes. No hay ningún punto de vista que sea más verdadero que otro; según Protágoras, todos son equivalentes entre sí respecto a su grado de verdad. Es famosa la frase de Gorgias, "si algún ser existiera, éste seria incognoscible", o lo que es lo mismo, lo que conocemos no son seres, sino lo que nuestro propio conocimiento establece como seres.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Religión, modernidad y ateísmo

No hace tanto que la religión se consideraba un proceso casi natural en el pensamiento humano. Muchos autores han mencionado el pasaje de Marx en el que habla de la religión como  consuelo de los oprimidos, "el opio del pueblo"; se trata de un texto muy citado, pero tal vez no lo suficientemente entendido: son los males del mundo terrenal los que provocan que las personas busquen consuelo en creencias metafísicas.

No obstante, a pesar de que puede decirse que la falta de certeza, los miedos y las angustias forman parte de la condición  humana, esa función de consuelo ejercida por la religión es muy diferenciable del deseo por conocer el mundo propio del saber científico. Podemos utilizar como antídoto, frente a las grandes verdades e ideas inmutables presentes en las religiones, una forma extrema de pensamiento crítico, el permanente anhelo de hacerse preguntas en aras de mejorar cualquier ámbito humano. La religión volvió con inusitada fuerza ya a finales del siglo XX, pero a principios del XXI el debate sobre el ateísmo está a la orden del día y resulta más importante que nunca para una sociedad laica y con plena libertad de conciencia. Como afirmaba recientemente Fernando Savater, la cuestión no es ya qué religión es la verdadera, el auténtico debate debe tratar sobre si la religión es o no perniciosa.

jueves, 6 de septiembre de 2018

La correlación entre inteligencia y religiosidad

Desde comienzos del siglo XX, los estudios sobre la correlación entre inteligencia y religiosidad se suceden. Las conclusiones a día de hoy parecen ser que las personas más inteligentes acaban apartando definitivamente la religión y la idea de Dios (o de dioses).

En cualquier caso, para que se comprenda bien, y nadie se ofenda a las primeras de cambio, diremos que no es una cuestión simple en la que tengamos que ver a listos y tontos. Inteligencia es un concepto amplio, y normalmente lo reducimos con insultante torpeza; podemos decir, grosso modo, que aludimos más a la capacidad intelectual de alguien (conocimiento, capacidad de comprensión, uso de la razón para resolver problemas…), que resulta perfectamente producto, en gran medida, de la educación y el adiestramiento (en mi opinión, no tanto de condiciones innatas). Por supuesto, la inteligencia tiene muchas lecturas, en diferentes ámbitos de la vida, lo mismo que va unida a una determinada actitud personal, que a menudo encuentra muchos obstáculos para hacer que evolucionemos y sigamos expandiendo nuestro horizonte intelectual. Entre esos obstáculos, puede que se encuentre la fe religiosa, aunque sea perfectamente comprensible que tantos seres humanos acudan a ella en el mundo; personas acorraladas por la necesidad física y, como consecuencia, espiritual.