viernes, 26 de octubre de 2018

Creyentes, ateos, agnósticos…

Cuando proclamamos nuestro ateísmo, y a pesar de los muchos avances que se han producido en los últimos tiempos para expresarse libremente y que los demás comprendan nuestra postura, todavía se producen no pocos problemas. En primer lugar, y vamos a referirnos a conversaciones de lo más coloquiales, el ateísmo del que hacemos gala no es una mera ausencia de fe; sin preconizar lo que en algunos medios se ha llamado ateísmo fuerte (es decir, la negación tajante de que algo llamado Dios exista, juego donde no entramos por motivos que esperamos queden claros), sí consideramos que nuestra negación es fuertemente combativa (es decir, consideramos que la negación o aceptación de ese ser supremo condiciona la conciencia personal y social de los seres humanos).

Nuestras creencias (de todo tipo, ya que el ateísmo también puede conllevarlas), no dejaremos de repetirlo, están fuertemente influenciadas por circunstancias y ambientes de todo tipo, además de por determinadas condiciones terrenales de la existencia; el viejo Marx seguro que tenía razón, la fe religiosa es en muchos casos un alivio ante una vida demasiado penosa. Más adelante volveremos sobre esto, no nos alejemos ahora de una lectura más superficial de las creencias (o descreencias).

domingo, 7 de octubre de 2018

Actitudes dogmáticas

Una de las características del ser humano es que, gran parte de nosotros, afortunadamente no todos ni siempre, cree estar en la razón más o menos absoluta; lo más paradójico de esta actitud es que el razonamiento de la persona categórica, por norma general, es que es "el otro" el verdadero dogmático.

Habitualmente, se escuchan afirmaciones tajantes en las que pretendemos demostrar nuestra independencia de criterio, nuestra falta de papanatismo o nuestra ausencia de dogmas, sin caer en que toda esta verborrea demuestra ya una considerable dosis de dogmatismo y una nada estimable ausencia de autocrítica. En mi opinión, resulta imposible una absoluta independencia de criterio, ya que los condicionantes son innumerables, por lo que solo dejar un margen para la duda, junto a una sana dosis de autocrítica, puede ayudarnos a no ir por la vida sentando cátedra ni afirmando verdades absolutas (que, como cualquier otra fantasía humana, no existe y el propia concepto de "ciencia exacta" ya es cuestionable, aunque eso ya es parte de un debate más especializado). Con muchos matices intermedios, podemos reducir el dogmatismo a dos actitudes: está el que apela a la sabiduría, y normalmente se considera varios grados por encima del resto de los mortales, y está el que sencillamente repite lo que dicen otros que a su vez considera los verdaderos sabios (por lo tanto, esta actitud resulta una suerte de papanatismo).

martes, 2 de octubre de 2018

¿Es el ateísmo contrario a la religión?

El concepto de religión es posible que surja tal y como lo conocemos en un contexto judeo-cristiano, y ahí es donde más se reflexiona sobre él. Sin embargo, habría que preguntarse qué entendemos exactamente por religión desde el ateísmo y la libertad intelectual.

William Alston menciona las siguientes características que dan lugar a la religión: (1) creencia en seres sobrenaturales; (2) diferenciación entre objetos sagrados y objeto profanos; (3) actos rituales relacionados con los objetos sagrados; (4) un código moral sancionado por los dioses; (5) sentimientos religiosos característicos (temor reverencial, sensación de misterio, sentimientos de culpa, adoración), idealmente relacionados con dioses, que suelen aflorar en presencia de los objetos sagrados y durante el ritual; (6) oraciones y otras forma de comunicación con los dioses; (7) una visión o idea general del mundo holística que incluye al individuo, y que acaba justificando la idea de que el mundo cumple un propósito general (en el que, obviamente, está incluido el propio individuo); (8) una organización más o menos completa de la vida basada en esa visión del mundo; (9) un grupo social unido por la trascendencia.