En una librería de viejo, enontramos este libro y, cómo resistirse a su compra, con semejante título: El ateísmo. La aventura de pensar libremente en España; máxime cuando vemos en los capítulos dedicados a los siglos XIX y XX con no poco espacio dedicado al anarquismo y también todo un epígrafe a Francisco Ferrer Guardia. Nos encontramos con una rigurosa y estimulante obra, editado por Cátedra en 2016, cuyo autor es el filólogo e historiador Andreu Navarra Ordoño. Comienza el libro con una declaración de intenciones donde el autor asegura no tener ninguna vocación polémica y si el afán de haber hecho un trabajo de investigación histórica. El objetivo es corregir el hecho de que es el ateísmo una postura filosófica no lo suficientemente estudiada en España; el ateísmo y una serie de conceptos más o menos cercanos como pueden ser el escepticismo, la incredulidad, el materialismo, el evolucionismo, la laicidad, el anticlericalismo…
martes, 21 de marzo de 2023
sábado, 11 de marzo de 2023
La ética y su concreción humana en el anarquismo
Ética deriva de una palabra griega que significa costumbre, y es por
eso que con frecuencia se ha definido dicho concepto como "doctrina de
las costumbres". Aristóteles consideraba que las virtudes éticas son
aquellas que se desenvuelven en la práctica (en la vida social,
relativas a la justicia, el valor, la amistad, etc.), diferenciadas de
las virtudes propiamente intelectuales, que se denominan dianoéticas
(todo aquello que tiene que ver con la inteligencia o la razón, como son
la sabiduría o la prudencia). En la evolución posterior de la ética,
llegará a identificarse cada vez más con la moral, por lo que hay que
hablar de una ciencia que se ocupa de los objetos morales.
No obstante,
es complicado diferenciar entre la ética, entendida como los sistemas
morales, y el conjunto de normas y actitudes de tipo moral propio de una
determinada sociedad o de un periodo histórico. Es por eso que los que
se han ocupado de la historia de la ética, es frecuente que se limiten a
un uso filosófico del concepto, es decir, examinado en sus fundamentos
para encontrar una base racional de las ideas o de las normas. Antes de
Aristóteles, donde se coloca el punto de partida de la ética, ya existen
reflexiones en los filósofos presocráticos en las que se preguntan las
razones por las que los hombres se comportan de cierta manera. Sócrates
podría ser el fundador de una reflexión ética autónoma, aunque se suele
considerar que la misma no hubiera sido posible sin el sistema de ideas
morales en el que vivía el filósofo y, de forma importante, sin las
cuestiones lanzadas acerca de ellas por los sofistas (recordemos que con
ellos nace la oposición entre lo que es por naturaleza y lo que es por
mera convención). Platón continuará la obra de Sócrates en los primeros
tiempos, aunque luego emprenderá un camino muy diferente, trabajando en
un concepto abstracto del bien y subordinando la ética a la metafísica.
Más interesante, y fundamental para la historia, es el trabajo de
Aristóteles al plantear la mayor parte de los problemas que luego
ocupará la atención de filósofos posteriores: relación entre las normas y
los bienes, relación entre la ética individual y la social,
clasificación de las virtudes, análisis de la relación entre la vida
teórica y la vida práctica... Es la vinculación entre teoría y prácticas
éticas la que interesó posteriormente a escuelas y autores
post-aristotélicos, siendo frecuente en esa comparación que se
establezca la primacía de la vida práctica. Hay que recordar la
pluralidad del pensamiento griego, de tal manera que aunque se solían
jerarquizar en todas las escuelas los bienes concretos a los que debía
aspirar el hombre, existía discrepancia en cómo encontrar la deseada
tranquilidad de ánimo: búsqueda de la impasibilidad (en los estoicos),
desprecio de las convenciones (cínicos) o persecución del placer
moderado (o, para expresarlo mejor, equilibrio racional entre las
pasiones y su satisfacción, según los epicúreos).
domingo, 19 de febrero de 2023
La actitud escéptica, base del progreso
Se dice
que cuando un acontecimiento da lugar a un efecto de extrañeza la
inteligencia produce mecanismos de defensa con afán de anularlo, desde
la simple negación hasta incluso la exclusión. Naturalmente,
a este esfuerzo de la inteligencia puede seguir el trabajo de la
reflexión, sopesando con ecuanimidad y distanciamiento los argumentos
tratando de acercarse a los hechos con una mirada más abierta,
desinteresada y comprensiva.
Por desgracia, no siempre esta admirable
actitud ocurre así, sobre todo en los casos en que las implicaciones de
aquello a lo que la reflexión se enfrenta, en el caso de ser aceptado,
pueden parecer tan graves como para que todo aquello en que creeemos -es
decir, una parte considerable de lo que somos- se venga abajo. Ese es
también el caso del escepticismo, actitud filosófica que pretende
socavar los fundamentos mismos de la razón. Pero esos mecanismos de
defensa no han podido eliminar la pulsión escéptica, lo que demuestra
tal vez lo inherente que es esta actitud al ser humano al poner en cuestión
todo dogmatismo y toda verdad absoluta.
martes, 24 de enero de 2023
¿Tranquilidad o inquietud existencial?

Pues eso, tranquilidad existencial, frente a la cual vamos a reivindicar una especie de "inquietud existencial" que se nutra de un auténtica mejora de la vida terrenal. Desmontar las creencias del prójimo es complicado, principalmente porque el ser humano tiene la muy irritante tendencia de acomodarse en ellas, de no querer escuchar argumento alguno en su contra y de crear todo tipo de racionalizaciones (esto es, pseudoargumentos). Alguien dijo una vez que las ideas eran como un virus instalado en la mente humana; creo que no dijo creencias, y está bien que dijera "ideas" para que tratemos de aclarar algunos términos a nivel semántico. Las ideas, a priori, no son buenas ni malas; vienen a ser una especie de primer estadio del conocimiento que necesita ser verificado objetiva o científicamente. Las creencias, aparentemente, tienen una mayor connotación de conformidad con algo y, más tarde o más temprano, de dogmatismo.
sábado, 7 de enero de 2023
El documental "Rocío", enajenación, represión y memoria
Fernando Ruiz Vergara, ya fallecido, fue el director del censurado documental Rocío,
rodado en 1977 (aunque la producción aparece con fecha de 1980). Desgraciadamente, el trabajo de este
hombre no ha tenido aún el reconocimiento que merece, a pesar de que
representara en su momento a España en el Festival de Venecia y
recibiera un premio en el Festival Internacional de Cine de Sevilla. Rocío
fue la primera película secuestrada por nuestra gloriosa Transición,
después de recibir una denuncia por recoger testimonios de vecinos de
Almonte (Huelva) en los que se recordaba a los culpables de larepresión
tras el alzamiento militar del 1936 y se daban detalles sobre los
numerosos crímenes.
Lo que se narra en el documental resulta impagable, desde los orígenes de un cristianismo aspirante a fuerza institucional, pasando por los hechos históricos en los que se reafirma el poder eclesial, hasta analizar eventos religiosos de amplia participación popular, como la romería del Rocío, desde diversas perspectivas. Se cuenta que las hermandades religiosas se lucran con el evento sin ningún beneficio para el pueblo, y se recuerda además que su creación se realiza para anular a los movimientos sociales que cuestionan la estructura social.
Lo que se narra en el documental resulta impagable, desde los orígenes de un cristianismo aspirante a fuerza institucional, pasando por los hechos históricos en los que se reafirma el poder eclesial, hasta analizar eventos religiosos de amplia participación popular, como la romería del Rocío, desde diversas perspectivas. Se cuenta que las hermandades religiosas se lucran con el evento sin ningún beneficio para el pueblo, y se recuerda además que su creación se realiza para anular a los movimientos sociales que cuestionan la estructura social.
jueves, 22 de diciembre de 2022
La búsqueda de aprobación y dependencia de los demás
Si uno sabe algo de psicología social, comprenderá hasta qué punto nos nuestro comportamiento se ve condicionado en sociedad. Particularmente, es algo que digno de reflexión, e incluso debería obsesionarnos un poco, cómo actuamos de una u otra manera dependiendo quién esté presente; cómo se produce, además, esa influencia. Ojo, es algo que nos pasa a todos, por muy conscientes que creamos ser, o por mucho que presumamos de independencia de criterio y de conducta, en mayor o menor medida. Lo que ocurre es que en ciertas personas, y creo que esto puede decirse así, parece algo cercano a lo patológico. No hay que hacer una lectura simplista, las personas no son esencialmente falsas y/o pusilánimes, hay otras explicaciones psicológicas. Además, están las dos posturas extremas: el que se acomoda al pensamiento de grupo y el que tiende a llevar la contraria allá donde se encuentre. Sí, creo que es más común la primera postura. Detrás se encuentra la necesidad, lógica por un lado, terrible por otro, de ser aprobado por los demás.
domingo, 4 de diciembre de 2022
Anarquismo, ateísmo y librepensamiento

Así, en primer lugar, y de un modo tan honesto como simple, para el librepensador anarquista clásico no tienen cabida los dogmas religiosos en una concepción amplia del progreso donde, por supuesto, cuentan unos valores humanos que no tienen ningún origen sobrenatural. Para un espacio más amplio, dejaremos un análisis más exhaustivo de cómo el fervor religioso se seculariza en la modernidad llegando al terreno de la adoración al Estado-nación; por supuesto, los anarquistas supieron ver desde el principio la estrecha relación que existe entre todo forma de poder religioso y poder político denunciando lo que consideraban la alienación de las personas, súbditos y feligreses, en nombre de los valores más amplios: cosmopolitismo y fraternidad universal. Razón, conocimiento y progreso, valores que algunos críticos de la modernidad se empeñan en devaluar, observados de manera amplia, fueron adoptados por un movimiento anarquista hermanado con el librepensador.
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