sábado, 11 de julio de 2015

Medicina ortomolecular

Vamos a abordar, una vez más, un pequeño análisis de una terapia, considerada pseudociencia por la ‘comunidad científica’, y promocionada como la bomba por nuestros amigos practicantes de la medicina alternativa. No, no vamos a hacer un chiste (de momento) con la palabra ‘orto’.

¿Qué diablos es la ‘medicina ortomolecular’ (también llamada, al al parecer ‘nutrición ortomolecular’ o ‘terapia de las megavitaminas’? Esta terapia se basa en el convencimiento de que las enfermedades nunca aparecerán, o irán remitiendo si ya lo han hecho, si se le proporciona al cuerpo los micronutrientes necesarios para funcionar correctamente. Como es sabido, los micronutrientes son las sustancias que los seres vivos necesitan, en pequeñas dosis, para desarrollar los procesos metabólicos y bioquímicos (yodo, hierro, vitamina A…); es por eso que, para el caso que nos ocupa, es preciso asegurarse de que contamos con ello en la proporción y cantidad adecuadas.

La gran crítica a esta práctica está en que ya existen métodos científicos para dosificar los nutrientes mencionados, los cuales sí corrigen adecuadamente las deficiencias. La gran cantidad de vitaminas y minerales que, según la medicina ortomolecular, hay que administrar al paciente puede llevar a una hipervitaminosis; por eso es señalada, al parecer, por la ‘comunidad científica’ como una terapia peligrosa. Como no podía ser de otro modo, los practicantes de esta medicina alternativa identifican a dicha comunidad con los intereses de las grandes farmacéuticas, y de ahí la crítica. Lo habitual, vamos.

La persona que acuñó el término ‘medicina ortomolecular’ fue Linus Pauling (1901-1994). Los defensores de la terapia alternativa suelen argüir que se trata de un bioquímico que recibió  por dos veces el Premio Nobel (por su profesión, en 1854, y el de la paz, en reconocimiento a su oposición a las pruebas nucleares). Bien, hay que reconocer con seguridad que se trata de un gran científico, al parecer considerado como uno de los fundadores de la biología molecular y la química cuántica, pero no sé si eso nos dice demasiado sobre lo fundado de las premisas de la medicina ortomolecular.  La respuesta es obvia, nadie por muy brillante que sea es infalible, puede caer perfectamente en investigaciones y argumentos falaces.

Pauling llegó a la conclusión de que es posible prevenir y curar las enfermedades gracias a la regulación de la concentración de las moléculas en el cuerpo humano; es decir, se administran dosis mayores o menores, según corresponda, de las sustancias necesarias para alcanzar la correcta concentración molecular (entre estas sustancias, la habitual para Pauling era la vitamina C). La correcta administración de vitamina C, variable según la persona, puede curar o prevenir, desde un resfriado, hasta la llegada del cáncer (ay).

Como en todos los casos de terapias alternativas (de lo contrario, estaríamos hablando ya de medicina científica), no hay al parecer evidencias de que la cosa funcione. Además de la hipótesis, hay que respaldarla con resultados experimentales; estos, tienen que ser repetidos por diversos investigadores y hay que tener siempre en cuenta el efecto placebo (los estudios deben ser ciegos y doble ciegos). En este enlace, se describen brevemente tres experimentos en los que se administran ciertas dosis de vitamina C y también placebos.

En algunos países, la ‘medicina ortomolecular’ tiene una gran cantidad de adeptos: seguramente, la explicación estriba en gran parte en que un gran científico la descubrió. Como hemos dicho, no existe autoridad infalible en ninguna disciplina, ni siquiera en lo científico, por lo que hay que poner en cuestión de entrada esta actitud. Volvemos a lo de siempre, que vivamos en un sistema donde los poderosos quieren sacar beneficio de todo, también de la sanidad, no supone que el conjunto de la comunidad científica esté vendida o contaminada por ello; del mismo modo, no es un argumento para que todo lo que se nos vende como ‘alternativo’ sea legítimo. Los profesionales de la ‘medicina ortomolecular’, de forma consciente o inconsciente, y como tantos otros terapeutas, son responsables si lo que nos venden no funciona. Puede haber otra explicación más para el éxito de estas terapias, y es la gran querencia que suscitan unas y otras terapias alternativas. Es posible que uno se introduzca en algún pequeño universo, de práctica de estas medicinas, y vayan apareciendo una tras otra para formar parte de tu vida.

1 comentario:

  1. ¡Menudo filón has encontrado en las terapias alternativas y las medicinas de todo pelaje! Yo no me atrevo a hablar de lo que ignoro, tan sólo de mi propia experiencia, pero tú te lanzas a criticar -entiendo que con escaso conocimiento del tema-, a unos porque no son científicos y a los científicos, aunque hayan recibido el Nobel por 2 veces como en este caso, porque "se les va la olla". Nadie tiene la verdad absoluta de nada y estamos hartos de ver cómo la misma terapia -sea científica o "alternativa"-funciona en unos casos y no en otros. Hemos avanzado en medicina y ciencia, pero seguimos estando en pañales. Seamos más humildes y reconozcámoslo. Entre tanto, ¿por qué rechazar la terapia -científica o no-, la dieta o el tratamiento que sea capaz de curar o aliviar en ciertos casos? ¿Efecto placebo? Bienvenido sea si consigue resultados positivos. Lo que no hay que hacer es ponderar ni endiosar a nada ni a nadie, porque la panacea universal no existe. Cada uno debe seguir su instinto y tratarse como mejor considere y pueda. Para mí, lo realmente criticable es que se haga negocio con la salud de las personas y que ésta venga determinada por la renta económica. Sanidad universal y gratuita con libre elección sería lo ideal, pero desgraciadamente vivimos en un mundo cada vez más alejado del ideal. Aunque eso ya es otra cuestión. De todas formas, te agradezco que estés ahí encendiendo el debate. Un saludo cordial.

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