Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba
lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y
jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta
autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me
habló sobre la manipulación de mi cuerpo con determinadas técnicas de
masaje, desde un punto de vista "holístico" (sic), que pondrían especial
énfasis en mi estructura corporal y en los problemas mecánicos
derivados de la misma. Los fines sanadores, como no podría de otra
manera, no tardarían en llegar. Momentáneamente, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre una terapia llamada del biocampo que utiliza una energía o fuerza vital, que al parecer rodea a todo ser vivo en el universo. De forma previsible, él estaba capacitado para que esa energía penetre en mi cuerpo con fines sanadores. Por un momento, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la estimulación de ciertos órganos de mi cuerpo (sic), considerados "zonas de reflejo". La correcta presión en estos puntos puede aliviar todo tipo de dolencias, desde el dolor de espalda hasta el estreñimiento. De forma previsible, él estaba capacitado para realizar esa práctica con fines sanadores. De forma breve, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la existencia de ciertos 'humores' o 'aires vitales' (sic), denominados según alguna lengua arcaica y que, al parecer, se presentan en mayor o menor medida en cada individuo. La predominancia de cada humor, así como su equilibrio o no, define el carácter y la salud del paciente. De forma previsible, él estaba capacitado para iniciarme en una dieta y prescribirme una serie de medicamentos naturales con fines equilibrantes y sanadores. Por un instante, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la existencia de campos magnéticos que, correctamente aplicados, pueden tener sobre mi cuerpo fines sanadores. Cuestionándome si aquel hombre se refería a simples imanes o tal vez a algún concepto más abstruso, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre el uso de cristales de cuarzo que, correctamente colocados en mi pobre cuerpo, pueden regular sus centros de energía (sic) y obtener fines sanadores. Seguramente por la impresión, me quedé absorto cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la influencia que los colores (sic) ejercen sobre nuestro estado emocional y, finalmente, sobre nuestra salud. Por supuesto, él podría aplicar la longitud de onda de luz adecuada e influir sobre mi salud psíquica y corporal. Sin hablarle de mi daltonismo, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Aquel hombre empleaba una terminología aparentemente científica que apuntaba a la llamada teoría de las cuerdas, la física cuántica y la existencia de universos alternativos. Todo ello abría posibilidades infinitas para la conciencia y la salud humanas gracias a la radiación cósmica de microondas que llena el Universo (sic), lo cual provoca que todas las probabilidades sean posibles. Por un momento, me quedé cavilando. Sí, resultaba muy atractiva la posibilidad de realidades múltiples. En todas ellas, aquel individuo debía ser un charlatán.
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre una terapia llamada del biocampo que utiliza una energía o fuerza vital, que al parecer rodea a todo ser vivo en el universo. De forma previsible, él estaba capacitado para que esa energía penetre en mi cuerpo con fines sanadores. Por un momento, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la estimulación de ciertos órganos de mi cuerpo (sic), considerados "zonas de reflejo". La correcta presión en estos puntos puede aliviar todo tipo de dolencias, desde el dolor de espalda hasta el estreñimiento. De forma previsible, él estaba capacitado para realizar esa práctica con fines sanadores. De forma breve, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la existencia de ciertos 'humores' o 'aires vitales' (sic), denominados según alguna lengua arcaica y que, al parecer, se presentan en mayor o menor medida en cada individuo. La predominancia de cada humor, así como su equilibrio o no, define el carácter y la salud del paciente. De forma previsible, él estaba capacitado para iniciarme en una dieta y prescribirme una serie de medicamentos naturales con fines equilibrantes y sanadores. Por un instante, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la existencia de campos magnéticos que, correctamente aplicados, pueden tener sobre mi cuerpo fines sanadores. Cuestionándome si aquel hombre se refería a simples imanes o tal vez a algún concepto más abstruso, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre el uso de cristales de cuarzo que, correctamente colocados en mi pobre cuerpo, pueden regular sus centros de energía (sic) y obtener fines sanadores. Seguramente por la impresión, me quedé absorto cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Me explicó sobre la influencia que los colores (sic) ejercen sobre nuestro estado emocional y, finalmente, sobre nuestra salud. Por supuesto, él podría aplicar la longitud de onda de luz adecuada e influir sobre mi salud psíquica y corporal. Sin hablarle de mi daltonismo, me quedé cavilando…
Al llegar a la consulta de aquel tipo, la primera impresión estaba lejos de ser sospechosa. De aspecto agradable, actitud seductora y jerigonza habilidosa, su bata blanca contribuía a investirle de cierta autoridad. Enseguida, pasé a explicarle los síntomas de mi malestar. Aquel hombre empleaba una terminología aparentemente científica que apuntaba a la llamada teoría de las cuerdas, la física cuántica y la existencia de universos alternativos. Todo ello abría posibilidades infinitas para la conciencia y la salud humanas gracias a la radiación cósmica de microondas que llena el Universo (sic), lo cual provoca que todas las probabilidades sean posibles. Por un momento, me quedé cavilando. Sí, resultaba muy atractiva la posibilidad de realidades múltiples. En todas ellas, aquel individuo debía ser un charlatán.
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