La quiropráctica, de nuevo una medicina "alternativa", reúne algunos de los tópicos de este tipo de terapias como son la (supuesta) capacidad del cuerpo para curarse por sí mismo y una visión global del mismo y de sus funciones (especialmente, en el caso que nos ocupa, la columna vertebral).
Lo que realizan estos quiroprácticos es una manipulación vertebral o "ajuste" con sus manos. Parece ser que el inventor fue un tal David Daniel Palmer, alrededor del año 1885, cuando este hombre corrigió la vértebra de una persona que había perdido la audición en un accidente y, ¡ya pueden imaginarse ustedes!, el milagro se produjo; los estudios de Palmer sobre la relación entre la columna vertebral, el sistema nervioso y sus efectos en todo el cuerpo le llevaron, en consonancia con teorías vitalistas de la época, a asegurar que existe una especie de inteligencia innata en el cuerpo humano que controla las funciones del mismo (a partir de aquí, se sucederá cierta terminología esotérica de lo más cuestionable). Los expertos aseguran que la quiropráctica ha evolucionado, desde los estudios de Palmer, y ha sabido incorporarar los avances más modernos de la medicina científica (no lo digo yo, ojo, lo dicen los "expertos"). De nuevo nos encontramos con una terapia "complementaria" o "alternativa", parece ser que reconocida de algunos países, pero que no ha acabado de incorporarse a una visión amplia de la medicina (que solo podemos denominar "científica", es decir, que se ha demostrado de verdad que funciona). No ahondaremos en la formación de estos terapeutas, ni en el reconocimiento que ha dado a esta práctica la legislación de algunos países, para ello hay ya abundante información en la red (aunque, ojo, en este mundo en que vivimos la manipulación informativa no es demasiado complicada). Abundaremos, ¡como no!, en nuestro gusto por el escepticismo y la crítica, esta vez fortalecidos por cierta experiencia personal del que suscribe.
Los quiroprácticos emplean un término llamado subluxación, desplazamiento de una articulación que supone toda suerte de trastornos y que estos terapeutas alternativos se encargarían de corregir. Pues bien, los detractores de esta práctica niegan evidencia científica alguna sobre este concepto de subluxación, así como del efecto beneficioso que conlleva la manipulación de la columna que realizan los quiroprácticos; es más, al contrario que en otras terapias, se ha advertido sobre posibles efectos perjudiciales de tanta manipulación (y, perdonen ustedes la obviedad, no solo física), especialmente de la cervical. Los defensores de la quiropráctica, en un alarde de extrema originalidad, aseguran que tanta controversia solo es producto de los muchos intereses comerciales que existen en el mundo de la medicina. No queremos nosotros dar un veredicto definitivo sobre práctica alguna, ya que sobrepasa nuestra capacidad (en gran medida por eso somos escépticos, la ignorancia no nos introduce en la creencia, ¡nosotros somos así!), pero sí señalar cosas en las que ya hemos insistido: que toda terapia, si de verdad funciona, debe ser incorporada a una visión amplia de la medicina científica y que, por supuesto, existen demasiados intereses y demasiada manipulación en el mundo de la salud (también en el mundo "alternativo"), pero que eso no legitima cualquier teoría no validada más allá del consuelo y del efecto placebo.
Mencionaré ahora cierta experiencia personal, en la clínica madrileña de un conocido quiroprático, ya que los niveles de surrealismo dispararon todas las alarmas escépticas con alguna que otra indignación añadida. Incluso, hizo demostraciones de escasos segundos en los que, supuestamente, manipulaba ciertas vértebras de "voluntarios" corrigiendo no sabemos muy bien qué desajuste. Se trataba de una presentación, en la más patética tradición de la charlatanería que todos hemos visto en películas antiguas, de la terapia de marras. Lo peor no era el tono, con frecuencia pueril y a ratos irrisorio, con el que se dirigía a personas que están deseando, obviamente, encontrar un remedio milagroso para sus dolencias. Lo grave, y digno de denuncia, es afirmar que puede curar el cáncer (sí, lo dijo, aunque luego matizó cuando pedí que lo repitiera y la cosa quedó en algo ambiguo). No sé si preparado o no, cuando aún no había acabado la presentación, empezó un desfile de pacientes que hablaban de forma somera, de los beneficios de la terapia.
Personas que han iniciado la terapia en este clínica madrileña han confirmado la vergüenza ajena que sufrimos en aquella presentación; una especie de sala de espera con un mostrador de recepción frente a una pantalla donde se emiten imágenes de… ¡la Pantera Rosa! (aunque no vivimos esto en la presentación, es muy creíble, ya que en la propaganda impresa de la clínica, efectivamente y no me pregunten por qué, utilizan imágenes de este icono popular). Otra sala más grande, con multitud de camillas, en los que el amigo terapeuta manipula raudo y veloz a los pacientes con una especie de pistolita de juguete algo ridícula; esto ya nos lo explicaron en la presentación, parece ser que trata a muchas personas a la vez, ya que solo necesita a veces unos segundos para sus "ajustes" (rigurosamente cierto). Vamos ahora con la cuestión crematística; el precio de una sesión no es demasiado caro (aunque, según el tiempo empleado, puede ser hasta dudoso esto), pero hay trampa como no podía ser de otra manera; pocas sesiones pueden no valer para mucho, por lo que necesitas bastantes más y tu tratamiento puede ascender a unos cuantos miles de euros. Juzguen ustedes por sí mismos; lo que vivimos en la presentación ya fue bastante irrisorio, pero lo narrado en las sesiones parece abundar en un ambiente sectario y pueril, que Woody Allen no superaría en sus maravillosas sátiras sobre el género humano. Una vez más, parece jugarse con la desesperación de personas, que buscan un remedio para dolencias extremas sobre los que otros profesionales de la medicina no les han dado respuesta. Diremos, para acabar, que en todas las terapias alternativas, existen casos de gente que le funciona, en todas (y en cada uno de ellos puede indagarse en un montón de factores por los que, supuestamente, funcionan). La cuestión es la cantidad de personas con las que no sirven (pueden ponerse muchos ejemplos) o el alcance que pueden tener los (supuestos) beneficios de determinadas prácticas.
Las "armas" del quiropráctico |
Los quiroprácticos emplean un término llamado subluxación, desplazamiento de una articulación que supone toda suerte de trastornos y que estos terapeutas alternativos se encargarían de corregir. Pues bien, los detractores de esta práctica niegan evidencia científica alguna sobre este concepto de subluxación, así como del efecto beneficioso que conlleva la manipulación de la columna que realizan los quiroprácticos; es más, al contrario que en otras terapias, se ha advertido sobre posibles efectos perjudiciales de tanta manipulación (y, perdonen ustedes la obviedad, no solo física), especialmente de la cervical. Los defensores de la quiropráctica, en un alarde de extrema originalidad, aseguran que tanta controversia solo es producto de los muchos intereses comerciales que existen en el mundo de la medicina. No queremos nosotros dar un veredicto definitivo sobre práctica alguna, ya que sobrepasa nuestra capacidad (en gran medida por eso somos escépticos, la ignorancia no nos introduce en la creencia, ¡nosotros somos así!), pero sí señalar cosas en las que ya hemos insistido: que toda terapia, si de verdad funciona, debe ser incorporada a una visión amplia de la medicina científica y que, por supuesto, existen demasiados intereses y demasiada manipulación en el mundo de la salud (también en el mundo "alternativo"), pero que eso no legitima cualquier teoría no validada más allá del consuelo y del efecto placebo.
Mencionaré ahora cierta experiencia personal, en la clínica madrileña de un conocido quiroprático, ya que los niveles de surrealismo dispararon todas las alarmas escépticas con alguna que otra indignación añadida. Incluso, hizo demostraciones de escasos segundos en los que, supuestamente, manipulaba ciertas vértebras de "voluntarios" corrigiendo no sabemos muy bien qué desajuste. Se trataba de una presentación, en la más patética tradición de la charlatanería que todos hemos visto en películas antiguas, de la terapia de marras. Lo peor no era el tono, con frecuencia pueril y a ratos irrisorio, con el que se dirigía a personas que están deseando, obviamente, encontrar un remedio milagroso para sus dolencias. Lo grave, y digno de denuncia, es afirmar que puede curar el cáncer (sí, lo dijo, aunque luego matizó cuando pedí que lo repitiera y la cosa quedó en algo ambiguo). No sé si preparado o no, cuando aún no había acabado la presentación, empezó un desfile de pacientes que hablaban de forma somera, de los beneficios de la terapia.
Personas que han iniciado la terapia en este clínica madrileña han confirmado la vergüenza ajena que sufrimos en aquella presentación; una especie de sala de espera con un mostrador de recepción frente a una pantalla donde se emiten imágenes de… ¡la Pantera Rosa! (aunque no vivimos esto en la presentación, es muy creíble, ya que en la propaganda impresa de la clínica, efectivamente y no me pregunten por qué, utilizan imágenes de este icono popular). Otra sala más grande, con multitud de camillas, en los que el amigo terapeuta manipula raudo y veloz a los pacientes con una especie de pistolita de juguete algo ridícula; esto ya nos lo explicaron en la presentación, parece ser que trata a muchas personas a la vez, ya que solo necesita a veces unos segundos para sus "ajustes" (rigurosamente cierto). Vamos ahora con la cuestión crematística; el precio de una sesión no es demasiado caro (aunque, según el tiempo empleado, puede ser hasta dudoso esto), pero hay trampa como no podía ser de otra manera; pocas sesiones pueden no valer para mucho, por lo que necesitas bastantes más y tu tratamiento puede ascender a unos cuantos miles de euros. Juzguen ustedes por sí mismos; lo que vivimos en la presentación ya fue bastante irrisorio, pero lo narrado en las sesiones parece abundar en un ambiente sectario y pueril, que Woody Allen no superaría en sus maravillosas sátiras sobre el género humano. Una vez más, parece jugarse con la desesperación de personas, que buscan un remedio para dolencias extremas sobre los que otros profesionales de la medicina no les han dado respuesta. Diremos, para acabar, que en todas las terapias alternativas, existen casos de gente que le funciona, en todas (y en cada uno de ellos puede indagarse en un montón de factores por los que, supuestamente, funcionan). La cuestión es la cantidad de personas con las que no sirven (pueden ponerse muchos ejemplos) o el alcance que pueden tener los (supuestos) beneficios de determinadas prácticas.
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