martes, 22 de mayo de 2018

Pensamiento mágico

Como parece obvio a priori, el pensamiento mágico viene a estar fundado en un modo de razonar, o de pensar, carente de una sólida base lógica. En lugar de emplear una relación causa-efecto de un modo científico, tienen más peso en el pensamiento mágico ciertos factores de índole subjetivo, personal o psicológico. En otras palabras, se tiende a pensar que los propios pensamientos, palabras o actos influirán en la realidad de un modo causal, desafiando con ello las propias leyes naturales de tipo científico.

El ejemplo más evidente de pensamiento mágico es la superstición, aunque, ojo, la religión y cualquier tipo de pseudociencia, de forma más sutil si se quiere, también hay que considerarlos influidos notablemente por aquel. El pensamiento religioso ha querido verse como una especie de evolución del pensamiento mágico, pero los estudios más modernos tienden a pensar que no es tan fácil separar uno de otro. El sometimiento de la mente a una abstracción mediante la oración, como puede ser a alguna forma de deidad, no está tan distante del conjuro que puede realizar el practicante de algún tipo de hechicería. A pesar de las vueltas que quieren darle los autores religiosos, en un lenguaje habitualmente abstruso, que no hay que confundir nunca con inteligente, hay que recordar este sustrato del pensamiento mágico en la religión (si se quiere mencionar una fuente moderna importante al respecto, mencionaremos a Frazer y su monumental obra La rama dorada).

sábado, 5 de mayo de 2018

New Age, posmodernidad y creencias alternativas


En otras ocasiones, nos hemos referido a la posmodernidad y también a la pseudociencia (terapias alternativas, formas eclécticas de neoespiritualidad…), vamos a tratar ahora de vincularlas de alguna manera con los rasgos de esta época proclive al eclecticismo y a una suerte de creencias a la carta. El objetivo, como no podía ser de otra manera, es tratar de comprender cómo es posible que tantas personas sigan creyendo en cosas absurdas, contrarias a la razón, incluso irrisorias.

Hay que recordar que la crisis de la modernidad supuso la de los grandes relatos, ya fueran políticos, científicos, religiosos o filosóficos; ello explica que el llamado sujeto posmoderno se caracteriza por la atomización y por la falta de vínculos; así, buscaría con afán un relato, entendido como un discurso que legitime su existencia. Uno de los grandes males que caracterizan las sociedades "avanzadas" es el de la depresión, o cualquier otro tipo de dolencia psicológica, para el que la medicina convencional y científica no tarda, lamentablemente, en administrar psicofármacos. De forma paralela, se ha producido un sorprendente auge de todo tipo de hechiceros y terapeutas alternativos, con discursos pseudocientíficos, abiertamente esotéricos o, en gran parte de los casos, con una mezcolanza de difícil digestión.