jueves, 2 de marzo de 2017

La denuncia en Bakunin de la moral religiosa

Como ya es sabido, para Bakunin la religión es un primer despertar del hombre en forma de sinrazón; un primer destello de la verdad humana, de la moralidad, de la justicia y del derecho, a través del velo divino de la falsedad. Solo gracias a la liberación del yugo de la divinidad, puede conquistarse la razón, la libertad y la auténtica justicia. Bakunin identifica la religión con el absurdo, algo que hace que el hombre se pierda manteniendo la mirada en lo divino, en lugar de en lo humano. La moralidad, las ideas de justicia y del bien, tienen su origen en la condición humana primaria, ya que el hombre atribuyó a Dios lo que en realidad está fundado en su estadio animal. Si las diversas escuelas idealistas, identifican la moralidad con el individuo aislado, para Bakunin solo puede encontrarse en individuos asociados. El individuo aislado, al igual que Dios, supone una ficción, atribuible a la fantasía de los creyentes o a una razón infantil, que finalmente se desarrolló y se dogmatizó gracias a teólogos y metafísicos. El autor de Dios y el Estado, concluye que la falsedad de un alma inmortal está estrecha e irracionalmente vinculada a la ficción de la moralidad individual, a la aceptación absoluta de una moralidad divina y a la negación de la moralidad humana. Dios habría escrito en cada corazón humano una ley divina, lo que a la postre supone negar la posterior existencia social del hombre. Bakunin identifica esta visión religiosa, incluso la más sutil que han podido elaborar ciertos metafísicos, por considerar la sociedad meramente como un medio de desarrollo de la moralidad divina y no como una meta. Así, la verdadera meta es la salvación individual ignorando a los demás individuos al hundirse cada hombre en la contemplación del absurdo místico (en la subordinación a Dios).