Recuperamos un texto de hace tiempo, a propósito de una entrevista a Harlheinz Deschner, autor de Historia criminal del cristianismo; viene al caso por la habitual controversia, aunque no resuelta a pesar de lo que opinen los fundamentalistas de diverso pelaje, sobre lo beneficioso o no de la religiosidad, y también sobre la irritante tendencia a vincular el ateísmo (con su apuesta por la lógica y la razón en diversos ámbitos de la vida humana, pero "lógicamente" no en todos) con ausencia de valores y de la capacidad de otorgar un "sentido" a la vida (de espiritualidad, si se quiere denominar así)
Hace unos días, reenvié el enlace a una entrevista a Karlheinz Deschner, autor alemán licenciado en filosofía y teología. A pesar de que el entrevistador se muestra algo tendencioso y recurrente a los habituales lugares comunes que defienden la tradición religiosa, tal vez por los argumentos tan beligerantes del entrevistado sobre el cristianismo y la Iglesia Católica, el entrevistado no se anda con tapujos y deja clara su opinión sobre las mentiras e injusticias que se han producido durante milenios, ya expresada en su obra Historia criminal del cristianismo. Incluso, cuando se le recuerda el germen terrorista que supuestamente anida en otra creencia religiosa, el Islam, Deschner manifiesta que hay estudios que muestran que las causas de la violencia política se encuentran, en realidad, en la pobreza, la mala administración y en la represión. No hay que desdeñar el peligro del fanatismo religioso y/o nacionalista, pero tampoco dejar a un lado las situaciones que lo alimentan. Curiosamente, Deschner asegura que es agnóstico, que deja abierta la pregunta sobre la divinidad, pero cree que una sociedad exenta de "Dios", sin mitos y sin mentiras religiosas, supone un punto de partida para un cambio a mejor.
El caso es que la recepción de mi correo y la lectura de la entrevista da lugar a un interesante intercambio de correos con diversas posturas sobre la religión. Hay quien opina que las cuestiones religiosas solo pueden abordarse desde la fe, y que el agnóstico y el ateo únicamente pueden hablar de las obras de los hombres. Así de claro. Mi opinión es que la cosa tiene trampa y mucha por parte de los "religiosos". Decir que el agnóstico o el ateo solo pueden hablar de "las obras de los hombres" es una perogrullada (no sé si ponerle el calificativo de autoritaria) e, incluso, una mezquindad, si hablamos de las barbaridades que se han hecho y se siguen haciendo en nombre de "dios" (como es lógico, esas barbaridades son "cosas de los hombres", y de ello hablamos). Por otra parte, no sé yo si la fe personal de cada uno es indisociable de las instituciones religiosas; claro está, allá cada uno con sus creencias, pero sin instituciones difícilmente va a tener la cosa una base sólida (es más, ¿tiene sentido la religión sin institución?; los religiosos que, supuestamente, se muestran críticos con la Iglesia Católica, más tarde o más temprano terminan apuntalándola, no conozco ningún ejemplo contrario). A mí, más que hablar en contra de la religión, me gusta hablar en contra de todo tipo de trascendencia, de absolutismo (que es inherente a toda doctrina religiosa, por mucho que lo adornen como quieran o que se adapten a tiempos nuevos), de subordinación (que se da en la religión y en otros ámbitos humanos), y trabajar potenciando los valores humanos y la vida terrenal (pero, claro está, el religioso saldrá con lo de la fe, con la imposibilidad del hombre para ciertas cosas y con su lenguaje místico y abstracto, y así seguimos). Hay quien dice que lo valioso es el mensaje o la enseñanza religiosa, incluso este amigo se manifiesta a favor del anarquismo y considera este pensamiento profundamente religioso al poseer unas grandes fe y fuerza en la búsqueda de justicia, igualdad y bienestar. Vienen al caso estas bellas palabras de Malatesta: "La fe, en nuestro caso, no es una creencia ciega; es el resultado de una firme voluntad unida a una fuerte esperanza".
Al margen de considerarnos ateos o no, es posible que hablemos de lo mismo en cuestión de determinados valores humanos. En cualquer caso, y para dejar clara mi postura sobre algunos argumentos, considero que adjudicar las "malas obras" a los hombres y los buenos valores a la divinidad (a su supuesto mensaje), me parece un subterfugio y no me aporta nada. No soy yo nadie para repartir etiquetas de "anarquista", pero para mí resulta lógico que alguien que se considera ácrata sea ateo (y cuando empleo este término, me refiero a cualquier creencia más allá del plano humano, ni más ni menos, no solo al moneteísmo). Parece obvia la relación entre autoridad y teísmo (o deísmo, o cualquiera que sea la evolución siguiente de la creencia religiosa, porque al fin y al cabo lo que subyace es lo mismo). Mi ignorancia es abismal (y lo digo sin ironía), pero cada vez que aprendo un poquito más, se me confirma la falsedad del cristianismo (no hay nada original en él, y sí apropiación de todo lo anterior) y de cualquier religión. Otra cosa es lo que los creyentes denominan "mensaje o enseñanza religiosa", pero yo lo considero un legado de la humanidad, de la civilización o como se quiera denominar. Los religiosos hablarán de "revelación" o algo similar, pero entramos en el terreno del dogmatismo (e, insisto, considero que las mayores barbaridades se han hecho en nombre de una Verdad con mayúsculas, de lo que pueden parecen nobles ideales a priori). Un profesor de filosofía (creyente) dijo una vez que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad tenían un origen cristiano; yo no lo creo, y aceptar tal cosa me parece caer en el reduccionismo, es un legado de la historia, una noble aspiración a la que hay que tender (y en la que el anarquismo tiene mucho que decir, el pensamiento antiautoritario, antiabsolutista, incompatible con cualquier dogma). Otra cosa es que estemos inmersos en una cultura cristiana, que todos seamos consecuencia de ello, pero considero una obligación superarla en aras de algo mejor. Hay mucho que hablar, no obstante, ya que el anarquismo original sí parece defender valores universales que parecen cercanos a una religión "revolucionaria"; pero la importante tensión con el antiabsolutismo, la confianza en la razón (en ampliar su horizonte, tan importante en estos tiempos en que se quieren abandonar los ideales de la modernidad), en el plano humano, en potenciar lo terrenal, en no tener asideros dogmáticos a ninguna teoría (que, al fin y al cabo, aunque no hablemos de religión, es otra suerte de revelación), hacen que el anarquismo tenga muchísimo que decir en el futuro de la humanidad.
No obvio la importancia histórica de la religión (la parte buena, claro), su peso como cohesión social y sus valores, y tal vez ahí debemos demostrar siempre una alternativa más poderosa y humana (lo que alguien llama "aspiraciones", que me parece muy bien; tantas veces nos perdemos en una simple cuestión de términos, y hablamos de los mismos valores). Yo defiendo el ateísmo, puedo pensar como Feurbach que la religión se acaba transformando en antropología, o como Bakunin en que hay un principio autoritario detrás. Puedo pensar que le religión juega con los miedos y aporta simplemente "tranquilidad existencial"; puedo ser algo existencialista o, mejor, sartriano y ante la supuesta angustia o nada existencial, pensar que lo que hay que hacer es otorgar sentido a la vida (potenciar lo terrenal, luchar por los más altos valores humanos sin ninguna necesidad trascendente). Pero ésta es mi postura, ya sé que muchas personas lo verán muy diferente, y por supuesto hay que aceptar los diversos puntos de vista y a no imponer ninguno. La crítica se dirige hacia "lo instituido" y en toda religión está el peligro de ello, y sí creo que tiene mucho que ver la creencia religiosa con la Institución. No hace falta decir que me he encontrado con ateos con los que no me identifico nada, y con "creyentes" con los que puedo compartir muchos valores, por lo que de alguna manera se confirma mi "creencia": todo queda en un plano humano (los únicos ideales que me interesan son los perseguibles en esta realidad que conozco).
Hace unos días, reenvié el enlace a una entrevista a Karlheinz Deschner, autor alemán licenciado en filosofía y teología. A pesar de que el entrevistador se muestra algo tendencioso y recurrente a los habituales lugares comunes que defienden la tradición religiosa, tal vez por los argumentos tan beligerantes del entrevistado sobre el cristianismo y la Iglesia Católica, el entrevistado no se anda con tapujos y deja clara su opinión sobre las mentiras e injusticias que se han producido durante milenios, ya expresada en su obra Historia criminal del cristianismo. Incluso, cuando se le recuerda el germen terrorista que supuestamente anida en otra creencia religiosa, el Islam, Deschner manifiesta que hay estudios que muestran que las causas de la violencia política se encuentran, en realidad, en la pobreza, la mala administración y en la represión. No hay que desdeñar el peligro del fanatismo religioso y/o nacionalista, pero tampoco dejar a un lado las situaciones que lo alimentan. Curiosamente, Deschner asegura que es agnóstico, que deja abierta la pregunta sobre la divinidad, pero cree que una sociedad exenta de "Dios", sin mitos y sin mentiras religiosas, supone un punto de partida para un cambio a mejor.
El caso es que la recepción de mi correo y la lectura de la entrevista da lugar a un interesante intercambio de correos con diversas posturas sobre la religión. Hay quien opina que las cuestiones religiosas solo pueden abordarse desde la fe, y que el agnóstico y el ateo únicamente pueden hablar de las obras de los hombres. Así de claro. Mi opinión es que la cosa tiene trampa y mucha por parte de los "religiosos". Decir que el agnóstico o el ateo solo pueden hablar de "las obras de los hombres" es una perogrullada (no sé si ponerle el calificativo de autoritaria) e, incluso, una mezquindad, si hablamos de las barbaridades que se han hecho y se siguen haciendo en nombre de "dios" (como es lógico, esas barbaridades son "cosas de los hombres", y de ello hablamos). Por otra parte, no sé yo si la fe personal de cada uno es indisociable de las instituciones religiosas; claro está, allá cada uno con sus creencias, pero sin instituciones difícilmente va a tener la cosa una base sólida (es más, ¿tiene sentido la religión sin institución?; los religiosos que, supuestamente, se muestran críticos con la Iglesia Católica, más tarde o más temprano terminan apuntalándola, no conozco ningún ejemplo contrario). A mí, más que hablar en contra de la religión, me gusta hablar en contra de todo tipo de trascendencia, de absolutismo (que es inherente a toda doctrina religiosa, por mucho que lo adornen como quieran o que se adapten a tiempos nuevos), de subordinación (que se da en la religión y en otros ámbitos humanos), y trabajar potenciando los valores humanos y la vida terrenal (pero, claro está, el religioso saldrá con lo de la fe, con la imposibilidad del hombre para ciertas cosas y con su lenguaje místico y abstracto, y así seguimos). Hay quien dice que lo valioso es el mensaje o la enseñanza religiosa, incluso este amigo se manifiesta a favor del anarquismo y considera este pensamiento profundamente religioso al poseer unas grandes fe y fuerza en la búsqueda de justicia, igualdad y bienestar. Vienen al caso estas bellas palabras de Malatesta: "La fe, en nuestro caso, no es una creencia ciega; es el resultado de una firme voluntad unida a una fuerte esperanza".
Al margen de considerarnos ateos o no, es posible que hablemos de lo mismo en cuestión de determinados valores humanos. En cualquer caso, y para dejar clara mi postura sobre algunos argumentos, considero que adjudicar las "malas obras" a los hombres y los buenos valores a la divinidad (a su supuesto mensaje), me parece un subterfugio y no me aporta nada. No soy yo nadie para repartir etiquetas de "anarquista", pero para mí resulta lógico que alguien que se considera ácrata sea ateo (y cuando empleo este término, me refiero a cualquier creencia más allá del plano humano, ni más ni menos, no solo al moneteísmo). Parece obvia la relación entre autoridad y teísmo (o deísmo, o cualquiera que sea la evolución siguiente de la creencia religiosa, porque al fin y al cabo lo que subyace es lo mismo). Mi ignorancia es abismal (y lo digo sin ironía), pero cada vez que aprendo un poquito más, se me confirma la falsedad del cristianismo (no hay nada original en él, y sí apropiación de todo lo anterior) y de cualquier religión. Otra cosa es lo que los creyentes denominan "mensaje o enseñanza religiosa", pero yo lo considero un legado de la humanidad, de la civilización o como se quiera denominar. Los religiosos hablarán de "revelación" o algo similar, pero entramos en el terreno del dogmatismo (e, insisto, considero que las mayores barbaridades se han hecho en nombre de una Verdad con mayúsculas, de lo que pueden parecen nobles ideales a priori). Un profesor de filosofía (creyente) dijo una vez que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad tenían un origen cristiano; yo no lo creo, y aceptar tal cosa me parece caer en el reduccionismo, es un legado de la historia, una noble aspiración a la que hay que tender (y en la que el anarquismo tiene mucho que decir, el pensamiento antiautoritario, antiabsolutista, incompatible con cualquier dogma). Otra cosa es que estemos inmersos en una cultura cristiana, que todos seamos consecuencia de ello, pero considero una obligación superarla en aras de algo mejor. Hay mucho que hablar, no obstante, ya que el anarquismo original sí parece defender valores universales que parecen cercanos a una religión "revolucionaria"; pero la importante tensión con el antiabsolutismo, la confianza en la razón (en ampliar su horizonte, tan importante en estos tiempos en que se quieren abandonar los ideales de la modernidad), en el plano humano, en potenciar lo terrenal, en no tener asideros dogmáticos a ninguna teoría (que, al fin y al cabo, aunque no hablemos de religión, es otra suerte de revelación), hacen que el anarquismo tenga muchísimo que decir en el futuro de la humanidad.
No obvio la importancia histórica de la religión (la parte buena, claro), su peso como cohesión social y sus valores, y tal vez ahí debemos demostrar siempre una alternativa más poderosa y humana (lo que alguien llama "aspiraciones", que me parece muy bien; tantas veces nos perdemos en una simple cuestión de términos, y hablamos de los mismos valores). Yo defiendo el ateísmo, puedo pensar como Feurbach que la religión se acaba transformando en antropología, o como Bakunin en que hay un principio autoritario detrás. Puedo pensar que le religión juega con los miedos y aporta simplemente "tranquilidad existencial"; puedo ser algo existencialista o, mejor, sartriano y ante la supuesta angustia o nada existencial, pensar que lo que hay que hacer es otorgar sentido a la vida (potenciar lo terrenal, luchar por los más altos valores humanos sin ninguna necesidad trascendente). Pero ésta es mi postura, ya sé que muchas personas lo verán muy diferente, y por supuesto hay que aceptar los diversos puntos de vista y a no imponer ninguno. La crítica se dirige hacia "lo instituido" y en toda religión está el peligro de ello, y sí creo que tiene mucho que ver la creencia religiosa con la Institución. No hace falta decir que me he encontrado con ateos con los que no me identifico nada, y con "creyentes" con los que puedo compartir muchos valores, por lo que de alguna manera se confirma mi "creencia": todo queda en un plano humano (los únicos ideales que me interesan son los perseguibles en esta realidad que conozco).