Uno de los rasgos más peculiares del sistema capitalista es la
aparente contradicción entre un sujeto que parece movido por su propio
interés, cuando la realidad es que se subordina a causas que le
sobrepasan. Erich Fromm, uno de los grandes analistas de la sociedad contemporánea, concluye que el hombre moderno no obra en
interés de su propio "yo", sino del "yo social", que está constituido
por el papel que se espera que desempeñe el individuo. Ese "yo social"
vendría a ser un disfraz subjetivo de la función social objetiva que el
sistema asigna a cada individuo. Se produce una mutilación del yo real
en beneficio del yo social; parece haber una constante reafirmacion del
yo en el hombre moderno, cuando en verdad se ha producido un
debilitamiento de la personalidad total y se la reduce solo a
determinadas facultades. Si bien la apariencia es que el hombre moderno
ha conquistado la naturaleza, la sociedad no ejerce una fiscalización de
esas fuerzas que ella misma ha creado. La racionalidad técnica se
emplea en los sistemas de producción, mientras que la irracionalidad
abunda en las funciones sociales, con el resultado de que el destino de
las personas esté sujeto a elementos como el paro o las crisis
periódicas. Si en épocas anteriores el sentimiento de insignificancia e
impotencia lo tenía el hombre respecto a la divinidad (de forma
consciente), ahora se produce igualmente en un sistema que mantiene,
además, ilusiones contrarias.
miércoles, 30 de agosto de 2017
sábado, 26 de agosto de 2017
El fundamentalismo y lo que lo cultiva
A raíz de los atentados yihadistas, cada vez más numerosos en el primer mundo, se están publicando cosas demasiado amables sobre el Islam y la religión en general. Recientemente, y no sé cómo a un diario de renombre en España no le da un poquito de vergüenza publicar ciertas cosas, la carta de un lector aseguraba que "la religión musulmana al igual que la católica son religiones de paz" (sic) para acto seguido asegurar que los asesinos no tienen, al parecer, religión o solo tienen una: hacer daño. Es curioso, y estremecedor, cómo el ser humano tiene la nula capacidad de profundizar e indagar en las cosas, más allá de comentarios "buenistas" y "políticamente correctos". Vaya por delante que no considero a la musulmana peor que las otras religiones (especialmente, las monoteístas), que tal vez han sufrido otra evolución y adaptación a las instituciones, pero que cuando han tenido la sartén por el mango han cometido las mayores barbaridades contra herejes y heterodoxos. Mi talante libertario me hace considerar a las religiones, junto al nacionalismo (que no deja de ser una secularización de la idea religiosa), como una de las mayores lacras que mantiene enfrentada a la humanidad y que combaten por imponer, abiertamente o no, lo que consideran verdades absolutas. Junto a bellos mensajes, en los preceptos, dogmas y 'verdades reveladas' de las religiones podemos encontrar también incitaciones al odio y la violencia, incluso apología del genocidio como en el Antiguo Testamento. Esto es algo comprensible en textos, realizado a modo alegorías y mitos, que no dejan de ser producto de una determinada época; incluso, sus interpretaciones se han descontextualizado a menudo, para bien y para mal.
sábado, 19 de agosto de 2017
La libertad como poder hacer
La discusión sobre la libertad se remonta, es de suponer, al nacimiento mismo de la filosofía. Decir que el ser humano es libre es, al menos en sentido vulgar, aparentemente indiscutible, ignorando la mayor parte de las veces los condicionantes externos que se producen. Spinoza ya afirmó que los hombres creen ser libres solo a causa de que
son conscientes de sus acciones, pero ignorando casi siempre las causas
que las determinan. Como afirma la tesis central del pensamiento de
Erich Fromm, la libertad no es solo poder decidir, sino el poder hacer.
En otras palabras, afirmar que la libertad es poder hacer lo que supone
es una paradoja, ya que solo hay libertad si la voluntad puede
realizarse. Creo que hay que aclarar que solo existe libertad si existe
voluntad; pero naturalmente la voluntad de un yo auténtico, no la
voluntad aparente que no mana del deseo, sino de unos instintos
desordenados. Es decir, la libertad no puede estar determinada por el
aparente atractivo de una simple alternativa, ya que no es difícil el
pasar de un estado ánimico a otro. Schopenhauer también quería huir de
una voluntad determinada por factores externos, y solo consideraba libre
al hombre que obedecía a su voluntad interior.
martes, 15 de agosto de 2017
El peligro de ser ateo en ciertos países
Hay países donde manifestarse como ateo es un riesgo de muerte, uno de ellos es Pakistán. Omar, curiosamente llamado así en honor de uno de los califas más respetados del Islam, no siguió la tradición musulmana de sus ancestros e incluso llegó a fundar un grupo ateo en aquel país. No obstante, los miembros deben mostrar identidades ficticias ante el peligro que los rodea, ya que publicar en las redes sociales sobre ateísmo en Pakistán es un delito grave al ser considerado una blasfemia. Taimoor Raza, chií de 30 años, fue condenado a muerte en junio de este año después de discutir en Facebook sobre religión con alguien que resultó ser un agente antiterrorista. La acusación fue de difundir un discurso de odio convirtiéndose en la primera sentencia de este tipo en el país asiático, relacionada con las redes sociales, aunque los delitos de blasfemia se han sucedido en el pasado. Incluso, la población ha provocado en ocasiones linchamientos a los blasfemos, leyes promovidas desde lo alto, pero aparentemente sustentadas por las masas. Es lo que tiene la religión, que parece empujar a gente normal a sustentar sistemas de dominación y acabar haciendo barbaridades.
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