Si uno sabe algo de psicología social, comprenderá hasta qué punto nos nuestro comportamiento se ve condicionado en sociedad. Particularmente, es algo que digno de reflexión, e incluso debería obsesionarnos un poco, cómo actuamos de una u otra manera dependiendo quién esté presente; cómo se produce, además, esa influencia. Ojo, es algo que nos pasa a todos, por muy conscientes que creamos ser, o por mucho que presumamos de independencia de criterio y de conducta, en mayor o menor medida. Lo que ocurre es que en ciertas personas, y creo que esto puede decirse así, parece algo cercano a lo patológico. No hay que hacer una lectura simplista, las personas no son esencialmente falsas y/o pusilánimes, hay otras explicaciones psicológicas. Además, están las dos posturas extremas: el que se acomoda al pensamiento de grupo y el que tiende a llevar la contraria allá donde se encuentre. Sí, creo que es más común la primera postura. Detrás se encuentra la necesidad, lógica por un lado, terrible por otro, de ser aprobado por los demás.
jueves, 22 de diciembre de 2022
domingo, 4 de diciembre de 2022
Anarquismo, ateísmo y librepensamiento
Desde
sus inicios, y como una indudable seña de identidad, el anarquismo ha
tenido una indudable preocupación por el librepensamiento. Y lo ha hecho
desde diversos puntos de vista, todos con el objetivo de la
emancipación humana.
Así, en primer lugar, y de un modo tan honesto como simple, para el librepensador anarquista clásico no tienen cabida los dogmas religiosos en una concepción amplia del progreso donde, por supuesto, cuentan unos valores humanos que no tienen ningún origen sobrenatural. Para un espacio más amplio, dejaremos un análisis más exhaustivo de cómo el fervor religioso se seculariza en la modernidad llegando al terreno de la adoración al Estado-nación; por supuesto, los anarquistas supieron ver desde el principio la estrecha relación que existe entre todo forma de poder religioso y poder político denunciando lo que consideraban la alienación de las personas, súbditos y feligreses, en nombre de los valores más amplios: cosmopolitismo y fraternidad universal. Razón, conocimiento y progreso, valores que algunos críticos de la modernidad se empeñan en devaluar, observados de manera amplia, fueron adoptados por un movimiento anarquista hermanado con el librepensador.
Así, en primer lugar, y de un modo tan honesto como simple, para el librepensador anarquista clásico no tienen cabida los dogmas religiosos en una concepción amplia del progreso donde, por supuesto, cuentan unos valores humanos que no tienen ningún origen sobrenatural. Para un espacio más amplio, dejaremos un análisis más exhaustivo de cómo el fervor religioso se seculariza en la modernidad llegando al terreno de la adoración al Estado-nación; por supuesto, los anarquistas supieron ver desde el principio la estrecha relación que existe entre todo forma de poder religioso y poder político denunciando lo que consideraban la alienación de las personas, súbditos y feligreses, en nombre de los valores más amplios: cosmopolitismo y fraternidad universal. Razón, conocimiento y progreso, valores que algunos críticos de la modernidad se empeñan en devaluar, observados de manera amplia, fueron adoptados por un movimiento anarquista hermanado con el librepensador.
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