En una entrada reciente, hablamos en este blog de los estudios que demuestran que las sociedades con mejores indicadores de bienestar son las que reportan mayores índices de ateísmo. A nuestro modo de ver, y estamos lejos de pretender ser imparciales (sin sarcasmo), no es algo para nada sorprendente. Es decir, es perfectamente lógico que las personas con mayores inseguridades en el mundo material (el único realmente existente, en nuestra humilde opinión), acudan a toda suerte de seguridades ultraterrenas. Es por eso que, lo que sí sorprende, es la actitud de algunos medios y personas asombrándose por algo que, al menos, está razonado desde hace un par de siglos. Ahora, vemos, que también está evidenciado. Analicemos, por su indudable interés, y sin ningún ánimo estrictamente científico, algunos de los puntos que muestran estos estudios de la Universidad de Rochester.
sábado, 29 de abril de 2017
jueves, 20 de abril de 2017
Tasas de ateos y creyentes
Diversos estudios, como los del sociólogo Phil Zuckerman, establecen
una relación entre el progreso de una sociedad y su tendencia a la
irreligiosidad o el ateísmo. Es decir, en aquellas comunidades donde
existe una aceptable distribución de alimentos, una sanidad pública
aceptable y un acceso a una vivienda digna la religiosidad disminuye.
Por el contrario, donde se dan las carencias más elementales, como en
países africanos, del Sudeste Asiático o de Sudamérica, no hay apenas
ateos y las personas se refugian en la religión. Recordemos el texto de
Marx, que alude a la religión como "el alivio de los afligidos"; con
algunas excepciones, la evidencia nos dice que, efectivamente, hay una
correlación elevada entre altos niveles de inseguridad, individual o
colectiva, y una alta tasa de descreimiento. Por supuesto, nos
adelantamos a las críticas y recordamos los regímenes totalitarios en
los que se han prohibido las creencias religiosas, y caracterizados
también por el fracaso económico y la falta de libertades. En estos
sistemas, por supuesto, hay que poner en cuestión las estadísticas de
ateos, marcadas por unas intolerables prohibición y represión. Por el
contrario, existe también teocracias en los que, obviamente, las
personas no son tampoco libres para pensar lo que deseen. Cuando
hablamos de ateísmo y creencia religiosa, realizamos el análisis de por
qué la gente adopta una u otra postura en un contexto con unas dosis
aceptables de libertad de conciencia.
domingo, 2 de abril de 2017
La maleabilidad del ser humano y el statu quo
Cuando hablamos de la "condición humana", y aunque no empleemos ese
término, no nos deberíamos referir nunca a unos rasgos inamovibles en el
ser humano; al menos de un par de siglos a esta parte, hablar de una
naturaleza en el hombre, de unos rasgos inherentes, es algo sometido a
una feroz crítica.
A pesar de que obviamente poseamos unas características biológicas determinadas, es la manera de hacer frente cada persona a los acontecimientos posteriores en su vida lo que da lugar su condición específica. Desde este punto de vista, la condición humana aparece determinada por el conjunto de las experiencias del ser humano. Si a estas alturas no hay respuestas definitivas sobre la existencia o no de una "naturaleza humana", como de cualquier otro concepto metafísico, hay que volcar nuestro esfuerzo en el estudio del ser humano y de su comportamiento de un modo estrictamente científico. Desgraciadamente, la religión sobre todo, muchas corrientes filosóficas aparecen como culpables de la insistencia en una naturaleza fija e invariable en los seres humanos; las consecuencias son nefastas, ya que no hay lugar para un pensamiento amplio y para el libre examen, aparecemos una vez más
A pesar de que obviamente poseamos unas características biológicas determinadas, es la manera de hacer frente cada persona a los acontecimientos posteriores en su vida lo que da lugar su condición específica. Desde este punto de vista, la condición humana aparece determinada por el conjunto de las experiencias del ser humano. Si a estas alturas no hay respuestas definitivas sobre la existencia o no de una "naturaleza humana", como de cualquier otro concepto metafísico, hay que volcar nuestro esfuerzo en el estudio del ser humano y de su comportamiento de un modo estrictamente científico. Desgraciadamente, la religión sobre todo, muchas corrientes filosóficas aparecen como culpables de la insistencia en una naturaleza fija e invariable en los seres humanos; las consecuencias son nefastas, ya que no hay lugar para un pensamiento amplio y para el libre examen, aparecemos una vez más
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