lunes, 18 de marzo de 2024

La aporofobia, el uso del lenguaje y su conexión con la realidad

Un término recientemente acuñado, que acaba de aceptar la Real Academia Española (institución "real", no necesariamente porque tenga que ver con la realidad, sino porque alude a un anacrónico Reino de España), es el de aporofobia: "Fobia a las personas pobres o desfavorecidas". Tiene bemoles el asunto. Es decir, y más adelante pasaré a profundizar un poco más en el asunto, hablamos del clasismo de toda la vida con un barniz más o menos terapéutico gracias al lenguaje.

Ojo, no es que diga que, necesariamente, me parece mal que se acepte la significación de la palabra de marras, y estoy seguro que las intenciones de Adela Cortina, la persona que la empezó a utilizar hacer unas décadas, fueron y son muy loables. En primer lugar, y lo sabrán las personas que echan un vistazo al contenido de este blog, me produce rechazo esa tendencia moderna, o tal vez posmoderna, a poner categorías a toda actitud y comportamiento, como si fuera necesaria simplemente la intervención de alguna terapia individual. Como es sabido, el vocablo 'fobia' alude al temor a algo con una inequívoca etimología psiquiátrica. Es decir, si el clasista, o racista o sexista, de toda la vida se acoge a una llamativa palabra que aluda a cierta 'enfermedad' el tratamiento que le da la sociedad, meramente individual y supuestamente "normalizador", puede ser muy diferente a si profundizamos en causas sociales y culturales para su motivación. Lo estamos viendo con personajes poderosos, que han utilizado su condición para abusar del prójimo, y no han tardado mucho en protegerse declarándose 'sexualmente' enfermos y adoptando alguna abstrusa terapia para buscar remedio. Se obvian así los factores sociales, políticos o económicos, culturales en general, que favorecen las diferencias de clase y los abusos de todo tipo. Insisto, a pesar de ello, no es que me parezca mal a priori el neologismo 'aporofobia'; al menos, para denunciar, no ese miedo o repugnancia hacia la pobreza (que deberíamos tener todos), sino hacia el pobre.