Un término recientemente acuñado, que acaba de aceptar la Real Academia Española (institución "real", no necesariamente porque tenga que ver con la realidad, sino porque alude a un anacrónico Reino de España), es el de aporofobia: "Fobia a las personas pobres o desfavorecidas". Tiene bemoles el asunto. Es decir, y más adelante pasaré a profundizar un poco más en el asunto, hablamos del clasismo de toda la vida con un barniz más o menos terapéutico gracias al lenguaje.
Ojo, no es que diga que, necesariamente, me parece mal que se acepte la significación de la palabra de marras, y estoy seguro que las intenciones de Adela Cortina, la persona que la empezó a utilizar hacer unas décadas, fueron y son muy loables. En primer lugar, y lo sabrán las personas que echan un vistazo al contenido de este blog, me produce rechazo esa tendencia moderna, o tal vez posmoderna, a poner categorías a toda actitud y comportamiento, como si fuera necesaria simplemente la intervención de alguna terapia individual. Como es sabido, el vocablo 'fobia' alude al temor a algo con una inequívoca etimología psiquiátrica. Es decir, si el clasista, o racista o sexista, de toda la vida se acoge a una llamativa palabra que aluda a cierta 'enfermedad' el tratamiento que le da la sociedad, meramente individual y supuestamente "normalizador", puede ser muy diferente a si profundizamos en causas sociales y culturales para su motivación. Lo estamos viendo con personajes poderosos, que han utilizado su condición para abusar del prójimo, y no han tardado mucho en protegerse declarándose 'sexualmente' enfermos y adoptando alguna abstrusa terapia para buscar remedio. Se obvian así los factores sociales, políticos o económicos, culturales en general, que favorecen las diferencias de clase y los abusos de todo tipo. Insisto, a pesar de ello, no es que me parezca mal a priori el neologismo 'aporofobia'; al menos, para denunciar, no ese miedo o repugnancia hacia la pobreza (que deberíamos tener todos), sino hacia el pobre.
Ojo, no es que diga que, necesariamente, me parece mal que se acepte la significación de la palabra de marras, y estoy seguro que las intenciones de Adela Cortina, la persona que la empezó a utilizar hacer unas décadas, fueron y son muy loables. En primer lugar, y lo sabrán las personas que echan un vistazo al contenido de este blog, me produce rechazo esa tendencia moderna, o tal vez posmoderna, a poner categorías a toda actitud y comportamiento, como si fuera necesaria simplemente la intervención de alguna terapia individual. Como es sabido, el vocablo 'fobia' alude al temor a algo con una inequívoca etimología psiquiátrica. Es decir, si el clasista, o racista o sexista, de toda la vida se acoge a una llamativa palabra que aluda a cierta 'enfermedad' el tratamiento que le da la sociedad, meramente individual y supuestamente "normalizador", puede ser muy diferente a si profundizamos en causas sociales y culturales para su motivación. Lo estamos viendo con personajes poderosos, que han utilizado su condición para abusar del prójimo, y no han tardado mucho en protegerse declarándose 'sexualmente' enfermos y adoptando alguna abstrusa terapia para buscar remedio. Se obvian así los factores sociales, políticos o económicos, culturales en general, que favorecen las diferencias de clase y los abusos de todo tipo. Insisto, a pesar de ello, no es que me parezca mal a priori el neologismo 'aporofobia'; al menos, para denunciar, no ese miedo o repugnancia hacia la pobreza (que deberíamos tener todos), sino hacia el pobre.