Ante la avalancha de correos, tanto electrónicos como físicos, solicitando un mayor esclarecimiento sobre algunas terapias de la denominada medicina alternativa, proponemos en esta entrada un pequeño glosario sobre algunas de estas peculiares prácticas. Advertimos que, aunque se invoque severamente el método científico para exigir pruebas de lo afirmado, algunos de los comentarios son ferozmente subjetivos, ¡nosotros somos así!
Nihilopatía: una de las medicinas alternativas más demandadas, por su sencillez y por encontrarse ya a la venta en farmacias en forma de pastillas de llamativos colores a un precio relativamente económico; se basa en tres principios sencillos de comprender incluso para un niños de cuatro años (como diría Groucho, ¡que me traigan a un niño de cuatro años): el principio fundamental es que es la nada, pura y dura, la que puede curar la enfermedad (es válida, como no podía ser de otra manera, cualquier tipo de trastorno); el segundo principio es que la mencionada nada, que recordamos es la que sanará a nuestro enfermo según un principio activo inexistente, se diluirá en dosis infinitesimales (es decir, no se pierdan ustedes, la nada diluida en dosis ridículas); por último, esta nada, aunque de venta en farmacias de forma generalizada, causará efectos muy particularizados en cada persona; no hacen falta más comentarios.
Porcinoterapia: como es sabido, del cerdo el ser humano aprovecha todo, tal vez porque somos mucho más parecidos de lo que nos gusta afirmar (unas personas más que otras, eso sí); por si no fuera suficiente para el pobre animal, se ha descubierto ahora que el semen del cerdo tiene propiedades curativas, ya que supuestamente puede prevenir o sanar a una persona afectada de según que trastornos reales o incluso ficticios; la posología no la explicamos, ya que nos entra la risa floja.
Rai-Chi: dentro de las llamadas terapias energéticas del biocampo, se trata de una de las más entretenidas; por supuesto, como tantas otras de estas prácticas, la premisa fundamental es que existe un campo de energía, a veces con aspiraciones universales e incluso cósmicas, que rodea y penetra (con perdón) el cuerpo humano con fines curativos; por supuesto, es necesaria la presencia de un experimentado, y sobradamente informado, terapeuta para aplicar dicha energía en el cuerpo del paciente (normalmente, con tocamientos, qué les vamos a contar); se advierte de que si ese campo energético, controlable gracias al entrenamiento en manos de un atractivo maestro, recibe el nombre de 'la fuerza', no hablamos de Rai-Chi, sino de otra ficción igualmente divertida.
Terapia espirituosa: curiosa fusión de la espiritualidad de baratillo, que ofrecen algunas de las irritantes prácticas New Age, con licores alcohólicos de lo más variopintos; según esta, no tan novedosa, terapia si ingieres algunos de estos líquidos, propuestos por algunas personas con túnica de elevada espirituosidad (los licores, nos referimos, aunque también las personas), pueden producirse alteraciones de la conciencia tan elevadas como para adentrarse alegremente en un mundo sobrenatural poblado de toda suerte de seres espirituales; las propiedades curativas gracias a este estado no parecen muy claras, pero está asegurado pasar un rato entretenido.
Nihilopatía: una de las medicinas alternativas más demandadas, por su sencillez y por encontrarse ya a la venta en farmacias en forma de pastillas de llamativos colores a un precio relativamente económico; se basa en tres principios sencillos de comprender incluso para un niños de cuatro años (como diría Groucho, ¡que me traigan a un niño de cuatro años): el principio fundamental es que es la nada, pura y dura, la que puede curar la enfermedad (es válida, como no podía ser de otra manera, cualquier tipo de trastorno); el segundo principio es que la mencionada nada, que recordamos es la que sanará a nuestro enfermo según un principio activo inexistente, se diluirá en dosis infinitesimales (es decir, no se pierdan ustedes, la nada diluida en dosis ridículas); por último, esta nada, aunque de venta en farmacias de forma generalizada, causará efectos muy particularizados en cada persona; no hacen falta más comentarios.
Porcinoterapia: como es sabido, del cerdo el ser humano aprovecha todo, tal vez porque somos mucho más parecidos de lo que nos gusta afirmar (unas personas más que otras, eso sí); por si no fuera suficiente para el pobre animal, se ha descubierto ahora que el semen del cerdo tiene propiedades curativas, ya que supuestamente puede prevenir o sanar a una persona afectada de según que trastornos reales o incluso ficticios; la posología no la explicamos, ya que nos entra la risa floja.
Rai-Chi: dentro de las llamadas terapias energéticas del biocampo, se trata de una de las más entretenidas; por supuesto, como tantas otras de estas prácticas, la premisa fundamental es que existe un campo de energía, a veces con aspiraciones universales e incluso cósmicas, que rodea y penetra (con perdón) el cuerpo humano con fines curativos; por supuesto, es necesaria la presencia de un experimentado, y sobradamente informado, terapeuta para aplicar dicha energía en el cuerpo del paciente (normalmente, con tocamientos, qué les vamos a contar); se advierte de que si ese campo energético, controlable gracias al entrenamiento en manos de un atractivo maestro, recibe el nombre de 'la fuerza', no hablamos de Rai-Chi, sino de otra ficción igualmente divertida.
Terapia espirituosa: curiosa fusión de la espiritualidad de baratillo, que ofrecen algunas de las irritantes prácticas New Age, con licores alcohólicos de lo más variopintos; según esta, no tan novedosa, terapia si ingieres algunos de estos líquidos, propuestos por algunas personas con túnica de elevada espirituosidad (los licores, nos referimos, aunque también las personas), pueden producirse alteraciones de la conciencia tan elevadas como para adentrarse alegremente en un mundo sobrenatural poblado de toda suerte de seres espirituales; las propiedades curativas gracias a este estado no parecen muy claras, pero está asegurado pasar un rato entretenido.
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