Desde este blog, donde nos esforzamos en criticar y poner en evidencia la enorme cantidad de pseudociencias en las que no poca cantidad de incautos confía, es momento de que nos ocupemos de una de las más extendidas: la eonomía; tal y como nos las presentan los mercaderes del sistema.
Continuamente, escuchamos en los medios todo tipo de dogmas por parte de los nuevos profetas del paraíso económica, acerca de la bajada de impuestos, la no intervención en el mercado o la flexibilidad laboral, por no hablar de otros términos abstrusos, todo ello para tenernos bien confundidos y sometidos. No importa que todas esas fórmulas aplicadas una y otra vez, no solo no conducen al bienestar, sino que suponen una demostrada catástrofe económica con cíclicas crisis que sufren, especialmente, los más humildes. Cómo es posible que sigamos creyendo a estos charlatanes, que pasan por expertos, y que pretenden hacer pasar por conocimiento científico lo que está demostrado que es pura charlatanería. No es casualidad que se esfuercen en criticar las creencias de los demás, usando peyorativamente en los terrenos político y económico el término "ideología", cuando lo que ellos venden no puede calificarse de otra forma.
Todos estos conceptos habituales en el mundo económico no pueden resistir el mínimo análisis sobre su validez científica. Aunque solo fuera por la experiencia, esas recetas resultan calamitosas. Además, los que pasan por ser expertos, lejos de la más mínima objetividad y neutralidad científica, suelen ser economistas que representan los puntos de vista de los más poderosos y privilegiados dentre de un sistema capitalista globalizado. Estas elecciones económicas no surgen de un elaborado trabajo de selección entre múltiples opciones diferenciadas y alternativas, son de manera obvia resultado de creencias previas y de intereses muy concretos. De hecho, si podemos tener conciencia de algo dentro de los fenómenos sociales, de los cuales forma parte la economía, es de la imposibilidad de una interpretación unívoca. Afortunadamente, para la gran cantidad de personas de planeta que continúan en la indigencia, esto es así frente a los que creen que su interpretación es la única posible y viable. Es muy posible que ningún conocimiento pueda ser absolutamente neutro y objetivo, el problema es que todos estos economistas neoliberales, con sus repetitivos discursos, lo son mucho menos que en otros casos. Esto es así, en primer lugar, porque sus propuestas no surgen de las muchas posibles presentes en la sociedad, sino de la que según unas circunstancias de poder nada neutrales ni igualitarias, ha resultado la predominante.
En este mundo social, político y económico, en el que vivimos y sufrimos, predomina un punto de vista de las cosas controlado por los sectores con mayor poder material, cultural y simbólico. Esta obviedad hay que repetirla una y otra vez, precisamente en aras de buscar alternativas mejores, más plurales e igualitarias. Todos esos charlatanes, supuestos expertos en materia económica, que vociferan una y otra vez en los grades medios sus dogmas y supercherías, están de una u otra manera a sueldo de los grandes empresarios. Que sus proclamas interesadas, que apelan una y otra vez a la "objetividad" y al "realismo", pasen por ser conocimiento cientifico no es más que una perversa y enorme broma. La economía, como ciencia social, no está sujeta a leyes causales y deterministas; esto quiere decir que no puede predecir los hechos de manera exacta. La economía, incluida la liberal, está en muchos aspectos sujeta a condiciones sociales y políticas muy concretas. Así, estas recetas neoliberales proclamadas una y otra vez como dogmas no solo no son aplicables de manera universal e infalible, sino que corresponden a una determinada fase y condición del sistema capitalista. En otros tiempos, han existidos otros dogmas económicos, como la idea de un Estado intervencionista y benefactor, pero todo ello son fórmulas con un alcance limitado en el tiempo y en el espacio. Podemos decir que aquella teoría que la experiencia haya demostrado falsa hay que calificarla simplemente como pseudociencia. ¿Cómo calificar entonces toda esta charlatanería neoliberal ante la realidad de la pobreza en el mundo? Por supuesto, la lectura de la realidad que hacen nuestros profetas neoliberales siempre, lejos de la autocrítica y la refutación de sus propios postulados, puede echar la culpa de todos los males a las ideologías ajenas.
Precisamente, los portadorees del credo neoliberal, que consideran la única creencia verdadera, niegan la legitimidad de ninguna otra y utilizan permanentemente un discurso autolegitimador. Algo similar a lo que hacen las religiones, solo la nuestra es la verdadera, que nos conducirá al paraíso. Poco importa que la realidad refute sus creencias y recetas, ya que siempre puede echarse la culpa a otros de determinados situaciones: frente al fracaso del liberalismo, más políticas liberales. Poco importa que ese dogma de la libertad de mercado sea, sencillamente, una falacia que encubre el privilegio y niega esa libertad a numerosa gente. Poco importa que la corrupción, no es que no desaparezca en el mundo neoliberal, sino que se incremente de manera intolerable. Poco importa que los principales profetas del credo neoliberal, que sostuvieron dictaduras para imponer sus politicas, hace tiempo que estén ya enterrados. Sigamos repitiendo y haciendo pasar por algo innovador lo que son fórmulas ideológicas, lejos del más mínimo rigor científico, y que la experiencia y realidad nos demuestran una y otra vez que son faleces y terribles. Como en toda disciplina, hay motivos para la esperanza si dejamos de ser creyentes y comprendemos que solo son supercherías, sujetas a un concreto sistema económico impertante. En la teoría económica, existe la complejidad y la pluralidad, así como visiones que comprenden la interrelación entre lo sociopolítico y lo económico. Como toda ciencia, la economía debe estar sujeta a teorías diversas, a la constatación empírica y, especialmente, a hacerse una y otra vez preguntas. Todo ello, muy lejos de lo que vemos una y otra vez en los grandes medios sujeto a mera charlatanería.
Continuamente, escuchamos en los medios todo tipo de dogmas por parte de los nuevos profetas del paraíso económica, acerca de la bajada de impuestos, la no intervención en el mercado o la flexibilidad laboral, por no hablar de otros términos abstrusos, todo ello para tenernos bien confundidos y sometidos. No importa que todas esas fórmulas aplicadas una y otra vez, no solo no conducen al bienestar, sino que suponen una demostrada catástrofe económica con cíclicas crisis que sufren, especialmente, los más humildes. Cómo es posible que sigamos creyendo a estos charlatanes, que pasan por expertos, y que pretenden hacer pasar por conocimiento científico lo que está demostrado que es pura charlatanería. No es casualidad que se esfuercen en criticar las creencias de los demás, usando peyorativamente en los terrenos político y económico el término "ideología", cuando lo que ellos venden no puede calificarse de otra forma.
Todos estos conceptos habituales en el mundo económico no pueden resistir el mínimo análisis sobre su validez científica. Aunque solo fuera por la experiencia, esas recetas resultan calamitosas. Además, los que pasan por ser expertos, lejos de la más mínima objetividad y neutralidad científica, suelen ser economistas que representan los puntos de vista de los más poderosos y privilegiados dentre de un sistema capitalista globalizado. Estas elecciones económicas no surgen de un elaborado trabajo de selección entre múltiples opciones diferenciadas y alternativas, son de manera obvia resultado de creencias previas y de intereses muy concretos. De hecho, si podemos tener conciencia de algo dentro de los fenómenos sociales, de los cuales forma parte la economía, es de la imposibilidad de una interpretación unívoca. Afortunadamente, para la gran cantidad de personas de planeta que continúan en la indigencia, esto es así frente a los que creen que su interpretación es la única posible y viable. Es muy posible que ningún conocimiento pueda ser absolutamente neutro y objetivo, el problema es que todos estos economistas neoliberales, con sus repetitivos discursos, lo son mucho menos que en otros casos. Esto es así, en primer lugar, porque sus propuestas no surgen de las muchas posibles presentes en la sociedad, sino de la que según unas circunstancias de poder nada neutrales ni igualitarias, ha resultado la predominante.
En este mundo social, político y económico, en el que vivimos y sufrimos, predomina un punto de vista de las cosas controlado por los sectores con mayor poder material, cultural y simbólico. Esta obviedad hay que repetirla una y otra vez, precisamente en aras de buscar alternativas mejores, más plurales e igualitarias. Todos esos charlatanes, supuestos expertos en materia económica, que vociferan una y otra vez en los grades medios sus dogmas y supercherías, están de una u otra manera a sueldo de los grandes empresarios. Que sus proclamas interesadas, que apelan una y otra vez a la "objetividad" y al "realismo", pasen por ser conocimiento cientifico no es más que una perversa y enorme broma. La economía, como ciencia social, no está sujeta a leyes causales y deterministas; esto quiere decir que no puede predecir los hechos de manera exacta. La economía, incluida la liberal, está en muchos aspectos sujeta a condiciones sociales y políticas muy concretas. Así, estas recetas neoliberales proclamadas una y otra vez como dogmas no solo no son aplicables de manera universal e infalible, sino que corresponden a una determinada fase y condición del sistema capitalista. En otros tiempos, han existidos otros dogmas económicos, como la idea de un Estado intervencionista y benefactor, pero todo ello son fórmulas con un alcance limitado en el tiempo y en el espacio. Podemos decir que aquella teoría que la experiencia haya demostrado falsa hay que calificarla simplemente como pseudociencia. ¿Cómo calificar entonces toda esta charlatanería neoliberal ante la realidad de la pobreza en el mundo? Por supuesto, la lectura de la realidad que hacen nuestros profetas neoliberales siempre, lejos de la autocrítica y la refutación de sus propios postulados, puede echar la culpa de todos los males a las ideologías ajenas.
Precisamente, los portadorees del credo neoliberal, que consideran la única creencia verdadera, niegan la legitimidad de ninguna otra y utilizan permanentemente un discurso autolegitimador. Algo similar a lo que hacen las religiones, solo la nuestra es la verdadera, que nos conducirá al paraíso. Poco importa que la realidad refute sus creencias y recetas, ya que siempre puede echarse la culpa a otros de determinados situaciones: frente al fracaso del liberalismo, más políticas liberales. Poco importa que ese dogma de la libertad de mercado sea, sencillamente, una falacia que encubre el privilegio y niega esa libertad a numerosa gente. Poco importa que la corrupción, no es que no desaparezca en el mundo neoliberal, sino que se incremente de manera intolerable. Poco importa que los principales profetas del credo neoliberal, que sostuvieron dictaduras para imponer sus politicas, hace tiempo que estén ya enterrados. Sigamos repitiendo y haciendo pasar por algo innovador lo que son fórmulas ideológicas, lejos del más mínimo rigor científico, y que la experiencia y realidad nos demuestran una y otra vez que son faleces y terribles. Como en toda disciplina, hay motivos para la esperanza si dejamos de ser creyentes y comprendemos que solo son supercherías, sujetas a un concreto sistema económico impertante. En la teoría económica, existe la complejidad y la pluralidad, así como visiones que comprenden la interrelación entre lo sociopolítico y lo económico. Como toda ciencia, la economía debe estar sujeta a teorías diversas, a la constatación empírica y, especialmente, a hacerse una y otra vez preguntas. Todo ello, muy lejos de lo que vemos una y otra vez en los grandes medios sujeto a mera charlatanería.
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