miércoles, 25 de diciembre de 2024

Nihlismo y espíritu de rebeldía

Camus se preguntaba en El hombre rebelde si negar a Dios no suponía cuestionar la misma idea de la moral y la justicia. Llegamos, así, con Stirner y con Nietzsche al nihilismo, a la destrucción de la moral como última faz de Dios. No obstante, el nihilismo de Stirner se diferencia del de Nietzsche por su vitalidad y satisfacción. El autor de El único y su propiedad no se conforma con acabar con Dios, también con toda "idea eterna", estemos hablando del Hombre de Feuerbach, del Espíritu de Hegel o de su concreción histórica y política en el Estado. Dios es una enajenación del yo, y todas sus formas y todos sus profetas no son más que distintas formas para negar al "único" que "yo soy".

El yo de Stirner nada tiene que ver con ningún Absoluto, se esfuerza el alemán en particularizarlo y darle forma real. La historia vendría a ser un esfuerzo para "idealizar" lo real y, a partir de Jesucristo, esa meta está lograda, por lo que empieza otra tarea, que es "realizar" lo ideal. Todo ello es para Stirner un intento de doblegar al principio único, vivo y concreto, en nombre de una serie de abstracciones (Dios, Estado, sociedad, humanidad...). Incluso, Stirner identifica el ateísmo con otra forma de devoción eterna, ya que substituyen a la deidad por el culto al Estado o al hombre. Naturalmente, y como creo que he insisto demasiadas veces, esta visión de Stirner es objeto de muchas críticas, también dentro del mundo libertario. A pesar de ello, su obra se reedita una y otra vez, reconociendo el valor de su pensamiento, no de forma absoluta, sino como continuo contrapeso a una filosofía social nada abstracta y todo lo justa posible. Tomado de forma tajante, el pensamiento estirneriano es posible que esté más cerca de un liberalismo extremo, cuya noción de la libertad niega los vínculos sociales, y de su visión del individuo aislado y motivado estrictamente por la utilidad, que del anarquismo. Por otra parte, las abstracciones y el sometimiento humano a ellas es algo objeto de plena crítica en las ideas libertarias, de ahí el interés de este autor. El egoísmo puede adoptar muchas formas, pero en continua tensión con los valores sociales y solidarios del ser humano; nociones como "fraternidad", al igual que el mismo concepto de "amor", solo cobra sentido "real" en un ámbito de acción humana y en una praxis desarrollada por individuos particulares. La pasión destructora de Stirner, a diferencia de Bakunin, no produce un nuevo horizonte en el que todo esté por construir.

domingo, 8 de diciembre de 2024

Abandono del cristianismo

Estos días, se ha publicado en la prensa, al menos en la más progre, que España está a la cabeza en cuanto a abandono del cristianismo. Ese abandono de la religión en la edad adulta, no es un caso raro en la Europa Occidental, aunque más bien se produce el caso inverso en los países del este.

 Si echamos un vistazo a la convulsa historia contemporánea de este país, si en un momento pareció apartarse el cristianismo y la religión en general, luego llegó lo que llegó, cuatro décadas de dictadura en la que se primó el catolicismo como impuesta identidad nacional. Hoy, aunque en claro retroceso, todavía existe esa identificación, por parte de una número considerable de gente, de la nacionalidad española con la religión católica. Los fundamentalistas, y empleo esta palabra en sentido lato como algo inherente de forma obvia a la identidad religiosa, consideran esta situación de abandono de la creencia como un síntoma de la falta de valores, seguramente también como falta de unidad de la patria fundamentanda en esa dogmática identidad nacional e, incluso, con tono ya irrisoriamente apocalípticio con el desmoronamiento de la civilización. Unas líneas más abajo, entraremos en esa controversia entre esa supuesta falta de valores y, tal y como también puede entenderse, una lógica concepción del progreso en el que se deja atrás el dogma religioso. Primero, habría que señalar lo que parece una evidente correlación entre la creencia religiosa y ciertos regímenes autoritarios en los que se impone o se reprime.