Este término, que según la Rae se define como la "actitud que consiste en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica", nos parece clave para reflexionar un poquito sobre el librepensamiento (que, no nos dejaremos de repetir, viene a ser a una tendencia a tener un pensamiento independiente basado en un análisis crítico y racional).
Antes de profundizar en el papanatismo, disposición o actitud muy extendida, en opinión del que suscribe, dejemos algo bien claro. Todos, absolutamente todos, tendemos a admirar a alguna persona de forma evidente; particularmente, podemos mencionar muchos nombres de figuras intelectuales, siempre con preocupaciones éticas y políticas, a las cuales puede decirse que tomamos como referencia indiscutible (mejor expresado así, que meramente "admirar", término que parece conllevar cierta dosis de menoscabo propio). La cuestión es, clave para el asunto que nos ocupa, no perder nunca la perspectiva crítica; es una determinada actitud para la que hay que estar adiestrado, y que desgraciadamente tanto parece faltar.
Antes de profundizar en el papanatismo, disposición o actitud muy extendida, en opinión del que suscribe, dejemos algo bien claro. Todos, absolutamente todos, tendemos a admirar a alguna persona de forma evidente; particularmente, podemos mencionar muchos nombres de figuras intelectuales, siempre con preocupaciones éticas y políticas, a las cuales puede decirse que tomamos como referencia indiscutible (mejor expresado así, que meramente "admirar", término que parece conllevar cierta dosis de menoscabo propio). La cuestión es, clave para el asunto que nos ocupa, no perder nunca la perspectiva crítica; es una determinada actitud para la que hay que estar adiestrado, y que desgraciadamente tanto parece faltar.
Cuando la afección conocida como papanatismo se dirige, y de nuevo según la Rae, a 'algo', ya es otra cuestión. Si alguien dice que 'admira' la cultura o la ciencia, algo loable en apariencia, necesita de una dosis menor de abstracción y de una concreción mayor (siendo, en cualquier caso, un comentario a priori inofensivo). Sin embargo, si hablamos de un papanatismo (admiración, insistiremos) hacia algún tipo de seudociencia o doctrina cuestionable (tal vez, lo sean todas), nos adentramos ya en un terreno pantanoso.
Esa admiración hacia algo, normalmente, está muy vinculada hacia el papanatismo hacia alguien; si nuestra figura admirada, asegura que 'tal cosa' puede proporcionar la felicidad al ser humano (por poner un ejemplo), el aserto "va a misa" (no es casualidad la expresión) y demasiadas personas se empeñan en recorrer un camino de lo más peculiar. Muchos dirán que son libres de hacerlo y que "si les funciona", pues muy bien (este comentario suele emplearse con asiduidad en la defensa de las terapias alternativas y de todo tipo de seudociencia).
Nosotros, particularmente, seguimos prefiriendo un mundo con una amplia perspectiva crítica e intelectual, sin visiones rígidas ni concepciones definitivas sobre la vida y el ser humano. En cualquier caso, limitémonos a seguir llamando la atención sobre el papanatismo que parece invadirnos. Por supuesto, hay muchos tipos del mismo; la propia religión puede definirse, de manera algo fácil la verdad, como una suerte de 'papanatismo cultural'; al menos, lo hace de manera evidente, juega con la credulidad e ingenuidad del ser humano, prometiendo alguna forma de felicidad sobrenatural (y, también, asegurando la docilidad terrenal), pero al menos no engaña ya a nadie o a casi nadie (que para eso hemos pasado una época histórica conocida como Ilustración).
Una forma de papanatismo, también bastante extendida, puede ser simplemente una consecuencia de la frívola sociedad en la que se priman valores como el éxito (a veces con esfuerzo, a veces con talento, pero no necesariamente); así, la admiración se dirige hacia figuras del mundo del deporte, del cine o de la música (la cultura de masas, en general). Es también muy fácil, aunque muy necesaria, la critica a esta forma de papanatismo basada en valores muy superficiales. ¿Qué ocurre cuando los valores pretenden no serlo tanto? Es decir, personas con habilidad mediática y retórica con aspiraciones 'intelectuales' (muy entre comillas), que generan también esos mecanismos de admiración en muchas personas; estas figuras, en nuestra opinión, son peligrosas, ya que suelen conllevar un camino de creencia y de iluminación muy rechazable, no deja de ser una suerte de nueva espiritualidad, sin demasiado originalidad en la inmensa mayoría de los casos, que ha ocupado el lugar de la religión (los charlatanes de toda la vida, pero con una mayor recubrimiento intelectual, aunque sin demasiado recorrido).
Esa admiración, de forma minoritaria, a veces está dirigida hacia figuras intelectuales y/o científicas de mayor calado, pero al igual que en el caso anterior, siempre es una actitud insertada en ese determinado contexto social (que prima la visibilidad mediática y un éxito aparente, tantas veces basado en la mera retórica), por lo que, aunque prefiramos que la gente admire por cuestiones más profundas, tal vez no deja de ser la otra cara de la moneda. Lo minoritario, como lo alternativo, no es siempre garantía de solidez intelectual en la actitud del consumidor. Así, el problema sigue siendo el mismo, el común de los mortales no termina de pensar por sí mismo y tiende hacia el maldito papanatismo. No dejamos de propugnar, por muchos mecanismos sociales que potencien ciertas tendencias cuestionables del ser humano, una visión crítica todo lo amplia posible que nos haga cuestionar siempre el discurso, junto a una querencia por el conocimiento que nos empuje a la constante indagación.
Esa admiración hacia algo, normalmente, está muy vinculada hacia el papanatismo hacia alguien; si nuestra figura admirada, asegura que 'tal cosa' puede proporcionar la felicidad al ser humano (por poner un ejemplo), el aserto "va a misa" (no es casualidad la expresión) y demasiadas personas se empeñan en recorrer un camino de lo más peculiar. Muchos dirán que son libres de hacerlo y que "si les funciona", pues muy bien (este comentario suele emplearse con asiduidad en la defensa de las terapias alternativas y de todo tipo de seudociencia).
Nosotros, particularmente, seguimos prefiriendo un mundo con una amplia perspectiva crítica e intelectual, sin visiones rígidas ni concepciones definitivas sobre la vida y el ser humano. En cualquier caso, limitémonos a seguir llamando la atención sobre el papanatismo que parece invadirnos. Por supuesto, hay muchos tipos del mismo; la propia religión puede definirse, de manera algo fácil la verdad, como una suerte de 'papanatismo cultural'; al menos, lo hace de manera evidente, juega con la credulidad e ingenuidad del ser humano, prometiendo alguna forma de felicidad sobrenatural (y, también, asegurando la docilidad terrenal), pero al menos no engaña ya a nadie o a casi nadie (que para eso hemos pasado una época histórica conocida como Ilustración).
Una forma de papanatismo, también bastante extendida, puede ser simplemente una consecuencia de la frívola sociedad en la que se priman valores como el éxito (a veces con esfuerzo, a veces con talento, pero no necesariamente); así, la admiración se dirige hacia figuras del mundo del deporte, del cine o de la música (la cultura de masas, en general). Es también muy fácil, aunque muy necesaria, la critica a esta forma de papanatismo basada en valores muy superficiales. ¿Qué ocurre cuando los valores pretenden no serlo tanto? Es decir, personas con habilidad mediática y retórica con aspiraciones 'intelectuales' (muy entre comillas), que generan también esos mecanismos de admiración en muchas personas; estas figuras, en nuestra opinión, son peligrosas, ya que suelen conllevar un camino de creencia y de iluminación muy rechazable, no deja de ser una suerte de nueva espiritualidad, sin demasiado originalidad en la inmensa mayoría de los casos, que ha ocupado el lugar de la religión (los charlatanes de toda la vida, pero con una mayor recubrimiento intelectual, aunque sin demasiado recorrido).
Esa admiración, de forma minoritaria, a veces está dirigida hacia figuras intelectuales y/o científicas de mayor calado, pero al igual que en el caso anterior, siempre es una actitud insertada en ese determinado contexto social (que prima la visibilidad mediática y un éxito aparente, tantas veces basado en la mera retórica), por lo que, aunque prefiramos que la gente admire por cuestiones más profundas, tal vez no deja de ser la otra cara de la moneda. Lo minoritario, como lo alternativo, no es siempre garantía de solidez intelectual en la actitud del consumidor. Así, el problema sigue siendo el mismo, el común de los mortales no termina de pensar por sí mismo y tiende hacia el maldito papanatismo. No dejamos de propugnar, por muchos mecanismos sociales que potencien ciertas tendencias cuestionables del ser humano, una visión crítica todo lo amplia posible que nos haga cuestionar siempre el discurso, junto a una querencia por el conocimiento que nos empuje a la constante indagación.
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