A menudo, los practicantes de la medicina alternativa o complementaria insisten en los males de la llamada medicina convencional, oficial y científica (usados estos apelativos indistintamente). Bien, en primer lugar hay que decir que cuando decimos medicina científica, y solo usaremos ese término en nuestro caso, no nos referimos a medicina oficial ni convencional (primero, por una cuestión semántica, ya la ciencia debe ser revisada constantemente, nunca ser estática o dogmática); estamos sencillamente, con la denominación e "científica", hablando de una medicina que ha demostrado ser eficaz, o razonablemente eficaz. Otra cosa es un sistema basado en el privilegio y la codicia, donde también entran la medicina y los medicamentos; bien porque que se prime el beneficio económico, frente al adecuado tratamiento y la búsqueda de la sanación de las personas, bien por la subordinación de la clase dirigente y la desidia de los profesiones. Desde este punto de vista, la medicina "oficial", consecuencia de ese sistema capitalista, tiene muchas cosas criticables y, tantas otras, repudiables. Esta evidencia, que por otra parte tampoco hay que llevar al extremo, no es en ningún argumento, para defender prácticas que no han demostrado ser eficaces (es decir, la ciencia nos dice eso, por lo que sus supuestos éxitos son comparables al placebo, de cuyas características ya hemos hablado).
Dicho esto, diremos que muchos médicos, dentro de la medicina "científica", consideran que dentro de la llamada "oficial" existe un gran tanto por ciento de pseudociencia. El sistema sería así verdaderamente perverso, ya que nos vende un mundo en el que rige la ciencia y la racionalidad, mientras en realidad lo que se produce, de forma intolerable (aunque también asumida por demasiada gente, es algo muy diferente. La solución no pasa por criticar la ciencia (crítica que, por otra parte, es complicada, ya que la pseudociencia se llama así, precisamente, por tener la pretensión de ser pseudocientífica), sino por criticar y denunciar el sistema político y económico en el que vivimos, y trabajar por un mundo verdaderamente racional, ético y científico. Los motivos por los que la gente acude a determinadas terapias son variados, en parte producto de un sistema que no aporta soluciones ni un "saludable" conocimiento científico. La ciencia, dejando al margen todo delirio retrógrado o posmoderno, y a pesar de la mala gestión que pueda haber tenido, es fuente de progreso; gracias a ella conocemos en gran parte cómo es el mundo. La pseudociencia es muy criticable, venga de donde venga; en la farmacias podemos encontrar todo tipo de medicamentos de dudosa eficacia, y no hablo únicamente de homeopatía o cualquier otro tipo de medicina alternativa. Por lo tanto, dejemos claro que cuando hablamos de pseudociencia lo extendemos a muchas prácticas y medicamentos. Que estos se produzcan dentro de la llamada medicina "oficial" no es un argumento para considerar que existan los chakras, los meridianos en el cuerpo humano, la energía vital o un recordatorio de algún dudoso principio activo.
Si tantas medicinas alternativas o complementarias son sencillamente pseudociencias, ya que seguramente si fueran realmente eficaces se hubieran incorporado a la medicina científica (es decir, se hubieran demostrado que funcionan) y puede que oficial (usado por el sistema para el beneficio económico a gran escala), gran parte de lo que nos recetan los profesionales convencionales también puede denominarse así. Por otra parte, también existe la mala praxis: dudosa metodología cientíca, diagnósticos cuestionables, tratamientos con contraindicaciones, exceso de intervenciones quirúrgicas… En el fondo, todo ello también es pseudociencia, a la que además se añade la pretensión de pasar por ser medicina "científica" y "oficial" (las alternativas, y por eso se denominan así, niegan lo segundo y lo utilizan como refuerzo a sus argumentos (un despropósito, ya que si sistema sea es muy malo, eso no me convierte a mí en eficaz), pero tantas veces poseen también esa pretensión de "método científico" utilizando determinada jerga. Lo científico, sencillamente debe llegar a conclusiones desde una amplia honesta visión del tratamiento empleado; no, como la pseudociencia, partir de las conclusiones para examinar solo los argumentos que las favorezcan (tantas veces, no solo con pruebas falsas y todo tipo de sesgos, también manteniéndose a salvo de la críticas con meras distorsiones).
Dicho esto, diremos que muchos médicos, dentro de la medicina "científica", consideran que dentro de la llamada "oficial" existe un gran tanto por ciento de pseudociencia. El sistema sería así verdaderamente perverso, ya que nos vende un mundo en el que rige la ciencia y la racionalidad, mientras en realidad lo que se produce, de forma intolerable (aunque también asumida por demasiada gente, es algo muy diferente. La solución no pasa por criticar la ciencia (crítica que, por otra parte, es complicada, ya que la pseudociencia se llama así, precisamente, por tener la pretensión de ser pseudocientífica), sino por criticar y denunciar el sistema político y económico en el que vivimos, y trabajar por un mundo verdaderamente racional, ético y científico. Los motivos por los que la gente acude a determinadas terapias son variados, en parte producto de un sistema que no aporta soluciones ni un "saludable" conocimiento científico. La ciencia, dejando al margen todo delirio retrógrado o posmoderno, y a pesar de la mala gestión que pueda haber tenido, es fuente de progreso; gracias a ella conocemos en gran parte cómo es el mundo. La pseudociencia es muy criticable, venga de donde venga; en la farmacias podemos encontrar todo tipo de medicamentos de dudosa eficacia, y no hablo únicamente de homeopatía o cualquier otro tipo de medicina alternativa. Por lo tanto, dejemos claro que cuando hablamos de pseudociencia lo extendemos a muchas prácticas y medicamentos. Que estos se produzcan dentro de la llamada medicina "oficial" no es un argumento para considerar que existan los chakras, los meridianos en el cuerpo humano, la energía vital o un recordatorio de algún dudoso principio activo.
Si tantas medicinas alternativas o complementarias son sencillamente pseudociencias, ya que seguramente si fueran realmente eficaces se hubieran incorporado a la medicina científica (es decir, se hubieran demostrado que funcionan) y puede que oficial (usado por el sistema para el beneficio económico a gran escala), gran parte de lo que nos recetan los profesionales convencionales también puede denominarse así. Por otra parte, también existe la mala praxis: dudosa metodología cientíca, diagnósticos cuestionables, tratamientos con contraindicaciones, exceso de intervenciones quirúrgicas… En el fondo, todo ello también es pseudociencia, a la que además se añade la pretensión de pasar por ser medicina "científica" y "oficial" (las alternativas, y por eso se denominan así, niegan lo segundo y lo utilizan como refuerzo a sus argumentos (un despropósito, ya que si sistema sea es muy malo, eso no me convierte a mí en eficaz), pero tantas veces poseen también esa pretensión de "método científico" utilizando determinada jerga. Lo científico, sencillamente debe llegar a conclusiones desde una amplia honesta visión del tratamiento empleado; no, como la pseudociencia, partir de las conclusiones para examinar solo los argumentos que las favorezcan (tantas veces, no solo con pruebas falsas y todo tipo de sesgos, también manteniéndose a salvo de la críticas con meras distorsiones).
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