Líbranos del mal es un
estupendo documental, realizado en 2006,
que habla de la historia del Padre Oliver O'Grady, uno de los más
famosos pedófilos en el seno de la Iglesia Católica. Amy Berg, la
directora del film, tuvo la inteligencia y valentía de contactar con
O'Grady, condenado en su momento y hoy libre en Irlanda, para contar con
su testimonio y comprobar que no hay el menor atisbo de remordimiento
en este violador de menores.
El sacerdote utilizó su liderazgo espiritual y su encanto personal para abusar de numerosas familias católicas durante veinte años en la región de Carolina del Norte, sus víctimas fueros desde un bebé de nueve meses a la madre de mediana edad de otra de sus víctimas. A pesar de las denuncias y pruebas por parte de miembros de las parroquias, la Iglesia ocultó el asunto, desvió responsabilidades con mentiras continuas y se limitó a trasladar a O'Grady a otras comunidades en las que continuó ejerciendo sus fechorías; el documental demuestra que este fulano violó sistemáticamente, desde su cómoda posición, con el conocimiento de sus superiores prácticamente desde el principio.
El trabajo de Berg resulta espeluznante y, en mi opinión, va mucho más allá de la mera denuncia de un sacerdote pedófilo y violador. El documental demuestra, sin el menor asomo de sensacionalismo ni manipulación, la tremenda corrupción que existe en la jerarquía de la Iglesia Católica. Los casos de abusos de menores por parte de miembros del clero no son un tema menor, como se pretende hacer creer; en la Archidiócesis de Los Ángeles los casos de este tipo se elevan a 550, bajo la jurisdicción del Cardenal Roger Mahoney, cuyo cínico testimonio también se puede escuchar en Líbranos del mal. Berg también cuenta con la opinión de antiguos miembros de la Iglesia, abogados y sicólogos para esclarecer cómo la fe católica lleva al abuso de niños. La directora toma la lúcida opción de no utilizar a ningún narrador y dejar que los protagonistas hablen por sí mismos, incluido el detestable O´Grady, y vayan dando forma a la historia y al trabajo de investigación.
Este trabajo documental debería ser exhibido en toda suerte de centros públicos con afán pedagógico. Para la Iglesia Católica, sus casos de abusos de menores, que se remontan a siglos, son un auténtico problema para seguir manteniendo sus privilegios; y no hay nada más importante que continuar dando una buena imagen (bella figura es el concepto que se menciona en el film) para esos falsarios representantes de una divinidad inexistente. El porqué el abuso del más débil forma parte de las señas de identidad de la comunidad eclesiástica hay que rastrearlo en la acaparación que realizan de niños pobres, desprovistos de derechos, víctimas en muchos casos de abusos anteriores y en cómo crecen y se educan en un entorno represor, con el freno de su desarrollo sexual; así, se genera la predisposición a la pedofilia. Los miembros de la parroquia, fervorosos creyentes cuyas creencias y vida espiritual giran en torno a esa comunidad católica, se subordinan a la figura de un miembro del clero al que ven como representante de su Dios o, incluso, como a la misma divinidad (el espeluznante ritual católico dice mucho al respecto); el caldo del cultivo para todo tipo de abusos, físicos y síquicos, está servido, máxime si estamos hablando de niños.
Lo inicuo y cínico de la Iglesia lleva a tratar de encubrir los abusos de menores con "casos de homosexualidad". No hay ningún informe que relacione homosexualidad y pedofilia, pero la Iglesia utilizará la propaganda contraria a los gays como chivo expiatorio. Es esclarecedor en Líbranos del mal el testimonio del clero, que habla de "lógica curiosidad sexual" abusar de una niña y de "desviación" el hacerlo con un crío, argumento que utilizan también para ignorar numerosas denuncias. Los datos revelan que existe una mayoría de violaciones a niñas en el seno de la Iglesia Católica, todo tipo de perversiones y de mentiras están servidas.
Por favor, vean ustedes este magnífico documental y juzguen por sí mismos.
El sacerdote utilizó su liderazgo espiritual y su encanto personal para abusar de numerosas familias católicas durante veinte años en la región de Carolina del Norte, sus víctimas fueros desde un bebé de nueve meses a la madre de mediana edad de otra de sus víctimas. A pesar de las denuncias y pruebas por parte de miembros de las parroquias, la Iglesia ocultó el asunto, desvió responsabilidades con mentiras continuas y se limitó a trasladar a O'Grady a otras comunidades en las que continuó ejerciendo sus fechorías; el documental demuestra que este fulano violó sistemáticamente, desde su cómoda posición, con el conocimiento de sus superiores prácticamente desde el principio.
El trabajo de Berg resulta espeluznante y, en mi opinión, va mucho más allá de la mera denuncia de un sacerdote pedófilo y violador. El documental demuestra, sin el menor asomo de sensacionalismo ni manipulación, la tremenda corrupción que existe en la jerarquía de la Iglesia Católica. Los casos de abusos de menores por parte de miembros del clero no son un tema menor, como se pretende hacer creer; en la Archidiócesis de Los Ángeles los casos de este tipo se elevan a 550, bajo la jurisdicción del Cardenal Roger Mahoney, cuyo cínico testimonio también se puede escuchar en Líbranos del mal. Berg también cuenta con la opinión de antiguos miembros de la Iglesia, abogados y sicólogos para esclarecer cómo la fe católica lleva al abuso de niños. La directora toma la lúcida opción de no utilizar a ningún narrador y dejar que los protagonistas hablen por sí mismos, incluido el detestable O´Grady, y vayan dando forma a la historia y al trabajo de investigación.
Este trabajo documental debería ser exhibido en toda suerte de centros públicos con afán pedagógico. Para la Iglesia Católica, sus casos de abusos de menores, que se remontan a siglos, son un auténtico problema para seguir manteniendo sus privilegios; y no hay nada más importante que continuar dando una buena imagen (bella figura es el concepto que se menciona en el film) para esos falsarios representantes de una divinidad inexistente. El porqué el abuso del más débil forma parte de las señas de identidad de la comunidad eclesiástica hay que rastrearlo en la acaparación que realizan de niños pobres, desprovistos de derechos, víctimas en muchos casos de abusos anteriores y en cómo crecen y se educan en un entorno represor, con el freno de su desarrollo sexual; así, se genera la predisposición a la pedofilia. Los miembros de la parroquia, fervorosos creyentes cuyas creencias y vida espiritual giran en torno a esa comunidad católica, se subordinan a la figura de un miembro del clero al que ven como representante de su Dios o, incluso, como a la misma divinidad (el espeluznante ritual católico dice mucho al respecto); el caldo del cultivo para todo tipo de abusos, físicos y síquicos, está servido, máxime si estamos hablando de niños.
Lo inicuo y cínico de la Iglesia lleva a tratar de encubrir los abusos de menores con "casos de homosexualidad". No hay ningún informe que relacione homosexualidad y pedofilia, pero la Iglesia utilizará la propaganda contraria a los gays como chivo expiatorio. Es esclarecedor en Líbranos del mal el testimonio del clero, que habla de "lógica curiosidad sexual" abusar de una niña y de "desviación" el hacerlo con un crío, argumento que utilizan también para ignorar numerosas denuncias. Los datos revelan que existe una mayoría de violaciones a niñas en el seno de la Iglesia Católica, todo tipo de perversiones y de mentiras están servidas.
Por favor, vean ustedes este magnífico documental y juzguen por sí mismos.
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