Me resulta inquietante el mundo en que vivimos. Un mundo plagado de opresión, explotación e injusticias de toda índole; tantas veces, sustentadas más en la desidia y en la estupidez, que en una impotencia explícita. Culturalmente, hay cada vez mayor libertad para la queja, o la crítica si somos algo más lúcidos; sin embargo, las cosas en el momento siguiente a la denuncia, incluso reconocida por el propio sistema, no tardan en continuar como estaban. Pongamos el ejemplo del cine. Incluso, en el bastante conservador Hollywood se admiten ya películas bastante críticas con el sistema globalizado, económico y político, con los Estados Unidos de América a la cabeza; bonitas frases pronunciadas por megaestrellas, que buscan el aplauso del público bienintencionado. Todas esas críticas culturales, que llegan incluso a un publico amplio, se suelen producir a posteriori, cuando el mundo ha vuelto ya sin remedio a su loco engranaje. Aunque asentimos, ante lo más o menos acertado del análisis, la decisión radical que puede cambiar las cosas brilla por su ausencia. Tengo la sensación que las políticas económicas que han llevado a la crisis (denunciadas ahora una y otra vez), sin ningún control verdaderamente democrático, por continuar con un ejemplo concreto que se reconozca fácilmente, no tardarán en ensalzarse de nuevo para que dentro de pocos años volvamos a sufrir otra depresión económica. Me corrijo, la devastación económica la sufre de forma continua gran parte del planeta a la que la crisis del capitalismo la debe sonar a chiste macabro. Mi mentalidad y mi análisis no deja de ser la de alguien privilegiado.
Pongamos otra ejemplo cinematográfico, más interesante, de mayor profundidad y alcance. Otra de las películas reconocidas por los Oscar, aunque estoy seguro que no se va a llevar ningún gran premio, es la estupenda Spotlight. A pesar de ello, se trata de una película que podemos llamar independiente, es decir, de plena libertad creativa. El film nos cuenta la sorprendente historia real de un grupo de investigación periodística, del Boston Globe, que descubrió el encubrimiento sistemático de la jerarquía católica de los (muchos) casos de pederastia en su seno. Este grupo de reporteros, el Spotlight del título, llegó incluso a ganar el premio Pulitzer. Más reconocimiento por parte del sistema no cabe. Puede parecer, en primer lugar, la típica historia de lucha contra la injusticia establecida (con sus héroes, villanos, víctimas….), por parte de un individuo o grupo, para terminar con un final más o menos feliz en el que se ha reconocido el daño ocasionado por parte de las instituciones. La realidad suele suele ser más compleja y su traslado a la ficción, si verdaderamente hablamos de un producto de calidad con pretensiones, debe llevar un análisis más profundo.
Ese es el caso de la película Spotlight, dirigida por el estupendo Tom McCarthy, donde no hay maniqueísmo alguno, no se busca el aplauso fácil y se pide al espectador un mayor esfuerzo intelectual e incluso una asunción de su parte de responsabilidad en el mundo en que vivimos. Parafraseando a uno de los periodistas protagonistas, sin ánimo de ser literal: "no vamos a denunciar solo a un grupo de sacerdotes, para que dentro de un tiempo las cosas continúen igual, vamos contra el sistema". Es decir, la película denuncia sin pudor alguno la responsabilidad de la jerarquía católica en encubrir sus numerosos casos de abusos sexuales, sencillamente algo asumido para seguir manteniendo sus privilegios. Va también más allá. Se describe la connivencia de la Iglesia con los poderes políticos y económicos, todos ellos se encubren mutuamente en sus desmanes. Algunas personas que conocen el asunto, sencillamente miran hacia otro lado. ¿Qué hay del cuarto poder? La historia nos deja muy claro que rara vez se produce la independencia del mismo, aunque en este caso de la red de pederastia, si no se ha sacado a la luz antes, parece más por desidia que otra cosa.
El estupendo documental Líbranos del mal, realizado en 2006, ya nos habló de una conocido caso de pederastia encubierto por la jerarquía católica. Este film tampoco se quedaba en un caso concreto y denunciaba la tremenda corrupción en el seno de la Iglesia e incluso concluía que la propia ideología y comportamientos católicos llevan al abuso infantil. La acaparación que realizan de niños pobres, desprovistos de derechos, víctimas en muchos casos de abusos anteriores, que crecen y se educan en un entorno represor, con el freno de su desarrollo sexual; así, se genera la predisposición a la pedofilia. Los chavales, sin asideros en la vida, educados en la creencia católica, acaban subordinados a un miembro del clero como tutor espiritual. En Spotlight también se muestra esta situación de las clases más humildes y marginadas. No es un caso de una ciudad ni de un país, como dice otro personaje, es algo propio de una poderosa institución de aspiraciones globales. Por supuesto, no es este un análisis de un modesto blog, tal vez excesivamente crítico y devastador. Estamos hablando de una película oficialmente considerada, que verá bastante gente (bien es cierto, que no tanta como nos gustaría), que recoge un caso real de periodismo de investigación, igualmente reconocido y premiado, de hace unos años. Dudo mucho que haya habido grandes cambios en el seno de la Iglesia católica en los últimos tiempos, y tampoco en ninguno de los otros poderes del sistema, hablamos de males endémicos. En cuanto al periodismo, con excepciones, el rigor suele brillar por su ausencia en un mundo en el que la tecnología posibilita el impacto inmediato. Al menos, que estos valiosos productos culturales, profundos en su análisis y en su denuncia, sirvan para ir generando una conciencia de que son necesarios cambios igualmente radicales.
Pongamos otra ejemplo cinematográfico, más interesante, de mayor profundidad y alcance. Otra de las películas reconocidas por los Oscar, aunque estoy seguro que no se va a llevar ningún gran premio, es la estupenda Spotlight. A pesar de ello, se trata de una película que podemos llamar independiente, es decir, de plena libertad creativa. El film nos cuenta la sorprendente historia real de un grupo de investigación periodística, del Boston Globe, que descubrió el encubrimiento sistemático de la jerarquía católica de los (muchos) casos de pederastia en su seno. Este grupo de reporteros, el Spotlight del título, llegó incluso a ganar el premio Pulitzer. Más reconocimiento por parte del sistema no cabe. Puede parecer, en primer lugar, la típica historia de lucha contra la injusticia establecida (con sus héroes, villanos, víctimas….), por parte de un individuo o grupo, para terminar con un final más o menos feliz en el que se ha reconocido el daño ocasionado por parte de las instituciones. La realidad suele suele ser más compleja y su traslado a la ficción, si verdaderamente hablamos de un producto de calidad con pretensiones, debe llevar un análisis más profundo.
Ese es el caso de la película Spotlight, dirigida por el estupendo Tom McCarthy, donde no hay maniqueísmo alguno, no se busca el aplauso fácil y se pide al espectador un mayor esfuerzo intelectual e incluso una asunción de su parte de responsabilidad en el mundo en que vivimos. Parafraseando a uno de los periodistas protagonistas, sin ánimo de ser literal: "no vamos a denunciar solo a un grupo de sacerdotes, para que dentro de un tiempo las cosas continúen igual, vamos contra el sistema". Es decir, la película denuncia sin pudor alguno la responsabilidad de la jerarquía católica en encubrir sus numerosos casos de abusos sexuales, sencillamente algo asumido para seguir manteniendo sus privilegios. Va también más allá. Se describe la connivencia de la Iglesia con los poderes políticos y económicos, todos ellos se encubren mutuamente en sus desmanes. Algunas personas que conocen el asunto, sencillamente miran hacia otro lado. ¿Qué hay del cuarto poder? La historia nos deja muy claro que rara vez se produce la independencia del mismo, aunque en este caso de la red de pederastia, si no se ha sacado a la luz antes, parece más por desidia que otra cosa.
El estupendo documental Líbranos del mal, realizado en 2006, ya nos habló de una conocido caso de pederastia encubierto por la jerarquía católica. Este film tampoco se quedaba en un caso concreto y denunciaba la tremenda corrupción en el seno de la Iglesia e incluso concluía que la propia ideología y comportamientos católicos llevan al abuso infantil. La acaparación que realizan de niños pobres, desprovistos de derechos, víctimas en muchos casos de abusos anteriores, que crecen y se educan en un entorno represor, con el freno de su desarrollo sexual; así, se genera la predisposición a la pedofilia. Los chavales, sin asideros en la vida, educados en la creencia católica, acaban subordinados a un miembro del clero como tutor espiritual. En Spotlight también se muestra esta situación de las clases más humildes y marginadas. No es un caso de una ciudad ni de un país, como dice otro personaje, es algo propio de una poderosa institución de aspiraciones globales. Por supuesto, no es este un análisis de un modesto blog, tal vez excesivamente crítico y devastador. Estamos hablando de una película oficialmente considerada, que verá bastante gente (bien es cierto, que no tanta como nos gustaría), que recoge un caso real de periodismo de investigación, igualmente reconocido y premiado, de hace unos años. Dudo mucho que haya habido grandes cambios en el seno de la Iglesia católica en los últimos tiempos, y tampoco en ninguno de los otros poderes del sistema, hablamos de males endémicos. En cuanto al periodismo, con excepciones, el rigor suele brillar por su ausencia en un mundo en el que la tecnología posibilita el impacto inmediato. Al menos, que estos valiosos productos culturales, profundos en su análisis y en su denuncia, sirvan para ir generando una conciencia de que son necesarios cambios igualmente radicales.
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