En la cartelera madrileña, se acaba de estrenar una buena película de género, La invitación,
que además nos brinda una reflexión sobre los tiempos que vivimos en
los que tantas personas son capaces de creer en cualquier cosa, por
absurda que sea, si creen que con ello se aferran a la vida (o no tanto,
como veremos). Para los que quieran disfrutar de la película, no deseo
desvelar demasiado de la trama de este film, sencilla, muy sencilla al
menos aparentemente, pero muy bien llevada a nivel de thriller; sin dar
ninguna pista explícita, sí voy a hablar de todo lo que rodea a los elementos más importantes de la narración. Esto es así, porque la ocasión obliga a unas cuantas reflexiones sobre lo que se nos propone, muy interesante de fondo. Una estructura narrativa, familiar para los amantes del cine, en la que viejos amigos, que hace tiempo que no se ven, se reúnen gracias a unos anfitriones (los inquietantes creyentes) y no tarda en estallar la tensión. Tenemos el añadido de que se trata de personas, al menos algunas de ellas, que han pasado para graves experiencias traumáticas. Más o menos, con diferente grado por supuesto, como la mayoría de las personas, algo inherente a la vida. Este parece ser el punto de partida para que algunas personas emprendan un camino u otro, superen o asimilen sus traumas, o crean haber descubierto un nuevo horizonte de luz mística, el de una seria crisis vital.
Sin profundizar demasiado, se nos muestra una especie de creencia mística en la que se mezcla religión tradicional, New Age y algún tipo de neoespiritualidad. La búsqueda de la sanación síquica o espiritual no está lógicamente alejada de lo físico, por lo que no resulta extraño que al estrafalario y (pobremente) iluminado líder de esa especie de secta se le denomine "doctor" (que tanto puede aludir a algún tipo de medicina como a su supuesta erudición en cuanto a conocimiento). Tal vez, la primera reflexión que nos viene a la mente es por qué las personas abandonan sus creencias tradicionales (la historia se desarrolla en los Estados Unidos de América, más en concreto en Los Angeles; tal vez de forma irónica e irónica, ya que en el mundo en torno a Hollywood la gente parece creer en cualquier estupidez). Algún líder religioso ha insistido en que las personas, cuando dejan de creer en Dios, empieza a creer en cualquier cosa; se quiere justificar así la creencia tradicional monoteísta (no menos absurda que cualquier otra de nuevo cuño, dicho sea). Como hemos dicho, no hay una ruptura total en la creencia presente en la película, ya que algunos elementos de la religión tradicional están presentes: la creencia en el alma (separación de los físico de lo espiritual) y en una vida ultraterrena mejor (siempre me he preguntado que, si verdaderamente esa "otra vida" es tan estupenda por qué no estamos deseando llegar a ella; no, el absurdo no llega tan lejos, vean esta película).
Una escena muy concreta del film, y que resultará familiar a los que alguna vez hayan criticado las creencias del prójimo. Estas personas, que creen haber encontrado una verdad que ha iluminado sus vidas no tardan en exponerla a los demás y tratar de hacer proselitismo. Cuando un sarcástico personaje cuestiona lo que le están proponiendo, el creyente reacciona violentamente; todo un ejemplo de espiritualidad, sabiduría y equilibrio, y que ya digo que resulta perfectamente verosímil. Sí, la historia resulta muy realista en muchos aspectos, personas que son incapaces de asumir el sufrimiento y el dolor adoptando en su lugar algún tipo de creencia, y terminando por hacer actos absurdos y, a veces, destructivos. Se ha dicho tantas veces que la creencia religiosa (o cualquier otra que se pongan en su lugar) se basa en factores como el sufrimiento terrenal, las crisis existenciales o el miedo a la muerte.
Es posible que mencionar solo esos factores sea algo reduccionista, necesitamos profundizar y reflexionar todavía más. Está la tendencia gregaria del ser humano, incapaz de confiar en su propia individualidad (ojo, no confundir con ser consciente de vivir en comunidad o de ser solidario), que se acompaña de una subordinación papanatas a algún tipo de líder (o gurú espiritual en estos casos). Por otra parte, está la incapacidad por reconocer el auténtico conocimiento (alejado de toda verdad absoluta, claro), que está totalmente alejado de la mística; y no es una cuestión de personas cultas o no. ¡Cuántas personas con supuesta formación (con lo relativo que es también eso) acaban creyendo cosas absurdas! Por último, una reflexión sobres las sectas. Se han definido como grupos cerrados en los que el líder ejerce una influencia absoluta sobre los adeptos. De acuerdo, puede ser así de forma más evidente en creencias de nuevo cuño (aunque rara vez se nos muestra una coacción evidente, en cualquier caso), pero ¿no es lo que se propicia también en la religión tradicional? Tal vez, la religión no es más que una secta que ha tenido un notable éxito histórico. Que la dominación y el lavado de cerebro se haga de forma más sutil o más o menos vidente, no deja de ser menos terrible.
ninguna pista explícita, sí voy a hablar de todo lo que rodea a los elementos más importantes de la narración. Esto es así, porque la ocasión obliga a unas cuantas reflexiones sobre lo que se nos propone, muy interesante de fondo. Una estructura narrativa, familiar para los amantes del cine, en la que viejos amigos, que hace tiempo que no se ven, se reúnen gracias a unos anfitriones (los inquietantes creyentes) y no tarda en estallar la tensión. Tenemos el añadido de que se trata de personas, al menos algunas de ellas, que han pasado para graves experiencias traumáticas. Más o menos, con diferente grado por supuesto, como la mayoría de las personas, algo inherente a la vida. Este parece ser el punto de partida para que algunas personas emprendan un camino u otro, superen o asimilen sus traumas, o crean haber descubierto un nuevo horizonte de luz mística, el de una seria crisis vital.
Sin profundizar demasiado, se nos muestra una especie de creencia mística en la que se mezcla religión tradicional, New Age y algún tipo de neoespiritualidad. La búsqueda de la sanación síquica o espiritual no está lógicamente alejada de lo físico, por lo que no resulta extraño que al estrafalario y (pobremente) iluminado líder de esa especie de secta se le denomine "doctor" (que tanto puede aludir a algún tipo de medicina como a su supuesta erudición en cuanto a conocimiento). Tal vez, la primera reflexión que nos viene a la mente es por qué las personas abandonan sus creencias tradicionales (la historia se desarrolla en los Estados Unidos de América, más en concreto en Los Angeles; tal vez de forma irónica e irónica, ya que en el mundo en torno a Hollywood la gente parece creer en cualquier estupidez). Algún líder religioso ha insistido en que las personas, cuando dejan de creer en Dios, empieza a creer en cualquier cosa; se quiere justificar así la creencia tradicional monoteísta (no menos absurda que cualquier otra de nuevo cuño, dicho sea). Como hemos dicho, no hay una ruptura total en la creencia presente en la película, ya que algunos elementos de la religión tradicional están presentes: la creencia en el alma (separación de los físico de lo espiritual) y en una vida ultraterrena mejor (siempre me he preguntado que, si verdaderamente esa "otra vida" es tan estupenda por qué no estamos deseando llegar a ella; no, el absurdo no llega tan lejos, vean esta película).
Una escena muy concreta del film, y que resultará familiar a los que alguna vez hayan criticado las creencias del prójimo. Estas personas, que creen haber encontrado una verdad que ha iluminado sus vidas no tardan en exponerla a los demás y tratar de hacer proselitismo. Cuando un sarcástico personaje cuestiona lo que le están proponiendo, el creyente reacciona violentamente; todo un ejemplo de espiritualidad, sabiduría y equilibrio, y que ya digo que resulta perfectamente verosímil. Sí, la historia resulta muy realista en muchos aspectos, personas que son incapaces de asumir el sufrimiento y el dolor adoptando en su lugar algún tipo de creencia, y terminando por hacer actos absurdos y, a veces, destructivos. Se ha dicho tantas veces que la creencia religiosa (o cualquier otra que se pongan en su lugar) se basa en factores como el sufrimiento terrenal, las crisis existenciales o el miedo a la muerte.
Es posible que mencionar solo esos factores sea algo reduccionista, necesitamos profundizar y reflexionar todavía más. Está la tendencia gregaria del ser humano, incapaz de confiar en su propia individualidad (ojo, no confundir con ser consciente de vivir en comunidad o de ser solidario), que se acompaña de una subordinación papanatas a algún tipo de líder (o gurú espiritual en estos casos). Por otra parte, está la incapacidad por reconocer el auténtico conocimiento (alejado de toda verdad absoluta, claro), que está totalmente alejado de la mística; y no es una cuestión de personas cultas o no. ¡Cuántas personas con supuesta formación (con lo relativo que es también eso) acaban creyendo cosas absurdas! Por último, una reflexión sobres las sectas. Se han definido como grupos cerrados en los que el líder ejerce una influencia absoluta sobre los adeptos. De acuerdo, puede ser así de forma más evidente en creencias de nuevo cuño (aunque rara vez se nos muestra una coacción evidente, en cualquier caso), pero ¿no es lo que se propicia también en la religión tradicional? Tal vez, la religión no es más que una secta que ha tenido un notable éxito histórico. Que la dominación y el lavado de cerebro se haga de forma más sutil o más o menos vidente, no deja de ser menos terrible.
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