Como en otras ocasiones, analizamos de forma somera una terapia alternativa, que hace un excesivo hincapié en la cuestión “espiritual, la cual tiene su origen en ciertas filosofías orientales; también, como otras veces, insistimos en que seguramente nuestra ignorancia no tiene límites, pero sí queremos llamar un poquito la atención sobre lo que creemos que simplemente hay que denominar pseudociencia o ‘conocimiento obsoleto’.
Antes de indagar en esta práctica, no demasiado conocida en nuestro país, denominada bakashi, recordaremos que no se trata de ridiculizar, ni otras culturas, ni a los practicantes de ciertas técnicas, terapias o medicinas alternativas; cada uno hace lo que quiere con su vida a nivel personal, aunque sí es cierto que nos esforzamos por denunciar los intentos de manipular al prójimo, el cual debería tener los conocimientos precisos para actuar en consecuencia. Dicho esto, también diremos que tampoco pretendemos decir, ni por asomo, que la cultura occidental sea superior a otras, otro lugar común en estas discusiones, sino que el camino para el conocimiento sí debería tener un camino con ciertas pretensiones de objetividad. Si no fuera así, hablamos de otra cosa, no de conocimiento; insistiremos en que, por muy valiosa que sea la actitud personal en cada problema que se afronte, es necesario una solidez científica para curar a las personas.
El bakashi, aunque como hemos dicho hunde sus raíces en técnicas y sabidurías muy antiguas, puede decirse que nace tal y como hoy lo conocemos hace algo más de un siglo en la región de Okinawa, práctica creada por el prestigioso filósofo budista (aunque de una rama algo desconocida llamada yürei) Kakasu Adachi. Esta técnica, aunque sutilmente diferente, tiene muchos punto en común con lo que hoy denominamos “toque terapéutico”. Efectivamente, es mediante el contacto físico, aunque no necesariamente (se habla de transmisión a distancia, incluso por modernos medios de comunicación, de ahí que a veces se diga que es una técnica que no se enfrenta a la moderndiad), como se transmite una presunta fuerza vital de carácter cósmico, denominada “shi”, la cual puede sanar al paciente si está bien transmitida por el maestro de turno. Como ya habrá adelantado el lector avispado, hay dos cuestiones sobre el asunto: que la medicina convencional (o, por decirlo de otro modo, la ciencia) considera que hablamos de una pseudociencia sin ningún beneficio, y que los practicantes y seguidores de esta técnica/filosofía/medicina creen haber descubierto una verdad irrefutable, ocultada por una ciencia “oficial” sucumbida a los intereses de grandes corporaciones, la cual aporta grandes beneficios a las personas.
Hay que decir que la fuerza conocida como “shi”, primordial en la técnica del bakashi, es un factor decisivo en la filosofía budista yürei; es decir, lo que podemos llamar el “paradigma científico” en cierto momento histórico consideraba que esa fuerza cósmica existía, regulaba el funcionamiento del universo y también de la existencia humana por medio de armonizaciones llevadas a cabo por cierta clase preparada o elegida para ello. Hablamos de una filosofía oriental, y qué es la filosofía en la historia que creencias científicas del momento, en una época donde no existían los mecanismos de verificación que se crearían posteriormente. Si alguien no le gusta, o le ofende, la palabra “pseudociencia” es tal vez más adecuado el concepto de “ciencia obsoleta”; es decir, el tiempo ha demostrado que no existe fuerza cósmica alguna de esas características, benévola o perniciosa, y que muchos menos haya una serie de personas que puedan manipularla. Hay que decir que, en Occidente, de forma obvia, también existían en el pasado una serie de cosmovisiones, con su influencia por supuesto en la medicina, que simplemente hoy hay que considerar falsas.
La frontera, en el caso que nos ocupa, entre religión, filosofía y medicina es muy difusa, y así hay que transmitírselo a las personas para que tengan el conocimiento y las herramientas adecuadas para decidir por sí mismas. La influencia espiritual religiosa tiene todavía demasiado peso, también en Occidente fundamentalmente por causa de la Iglesia Católica, que si por ella fuera tendríamos todavía cosmovisiones sencillamente enfrentadas a la evidencia científica. En el caso de culturas exóticas, aunque no exista una organización tan cerrada y dogmática, hay que ser igualmente críticos. La religión siempre nos ha prometida salvación y felicidad, sea en este o más bien en otro mundo; la medicina alternativa parece nutrirse de esa promesa, aparentemente trasladándola a este mundo, aunque la expectativas no dejan de ser quiméricas. En el caso del bakhasi, se nos habla de la posibilidad de alcanzar también una especie de estado idílico denominado hiraki, solo alcanzable para personas verdaderamente entregadas.
Antes de indagar en esta práctica, no demasiado conocida en nuestro país, denominada bakashi, recordaremos que no se trata de ridiculizar, ni otras culturas, ni a los practicantes de ciertas técnicas, terapias o medicinas alternativas; cada uno hace lo que quiere con su vida a nivel personal, aunque sí es cierto que nos esforzamos por denunciar los intentos de manipular al prójimo, el cual debería tener los conocimientos precisos para actuar en consecuencia. Dicho esto, también diremos que tampoco pretendemos decir, ni por asomo, que la cultura occidental sea superior a otras, otro lugar común en estas discusiones, sino que el camino para el conocimiento sí debería tener un camino con ciertas pretensiones de objetividad. Si no fuera así, hablamos de otra cosa, no de conocimiento; insistiremos en que, por muy valiosa que sea la actitud personal en cada problema que se afronte, es necesario una solidez científica para curar a las personas.
El bakashi, aunque como hemos dicho hunde sus raíces en técnicas y sabidurías muy antiguas, puede decirse que nace tal y como hoy lo conocemos hace algo más de un siglo en la región de Okinawa, práctica creada por el prestigioso filósofo budista (aunque de una rama algo desconocida llamada yürei) Kakasu Adachi. Esta técnica, aunque sutilmente diferente, tiene muchos punto en común con lo que hoy denominamos “toque terapéutico”. Efectivamente, es mediante el contacto físico, aunque no necesariamente (se habla de transmisión a distancia, incluso por modernos medios de comunicación, de ahí que a veces se diga que es una técnica que no se enfrenta a la moderndiad), como se transmite una presunta fuerza vital de carácter cósmico, denominada “shi”, la cual puede sanar al paciente si está bien transmitida por el maestro de turno. Como ya habrá adelantado el lector avispado, hay dos cuestiones sobre el asunto: que la medicina convencional (o, por decirlo de otro modo, la ciencia) considera que hablamos de una pseudociencia sin ningún beneficio, y que los practicantes y seguidores de esta técnica/filosofía/medicina creen haber descubierto una verdad irrefutable, ocultada por una ciencia “oficial” sucumbida a los intereses de grandes corporaciones, la cual aporta grandes beneficios a las personas.
Hay que decir que la fuerza conocida como “shi”, primordial en la técnica del bakashi, es un factor decisivo en la filosofía budista yürei; es decir, lo que podemos llamar el “paradigma científico” en cierto momento histórico consideraba que esa fuerza cósmica existía, regulaba el funcionamiento del universo y también de la existencia humana por medio de armonizaciones llevadas a cabo por cierta clase preparada o elegida para ello. Hablamos de una filosofía oriental, y qué es la filosofía en la historia que creencias científicas del momento, en una época donde no existían los mecanismos de verificación que se crearían posteriormente. Si alguien no le gusta, o le ofende, la palabra “pseudociencia” es tal vez más adecuado el concepto de “ciencia obsoleta”; es decir, el tiempo ha demostrado que no existe fuerza cósmica alguna de esas características, benévola o perniciosa, y que muchos menos haya una serie de personas que puedan manipularla. Hay que decir que, en Occidente, de forma obvia, también existían en el pasado una serie de cosmovisiones, con su influencia por supuesto en la medicina, que simplemente hoy hay que considerar falsas.
La frontera, en el caso que nos ocupa, entre religión, filosofía y medicina es muy difusa, y así hay que transmitírselo a las personas para que tengan el conocimiento y las herramientas adecuadas para decidir por sí mismas. La influencia espiritual religiosa tiene todavía demasiado peso, también en Occidente fundamentalmente por causa de la Iglesia Católica, que si por ella fuera tendríamos todavía cosmovisiones sencillamente enfrentadas a la evidencia científica. En el caso de culturas exóticas, aunque no exista una organización tan cerrada y dogmática, hay que ser igualmente críticos. La religión siempre nos ha prometida salvación y felicidad, sea en este o más bien en otro mundo; la medicina alternativa parece nutrirse de esa promesa, aparentemente trasladándola a este mundo, aunque la expectativas no dejan de ser quiméricas. En el caso del bakhasi, se nos habla de la posibilidad de alcanzar también una especie de estado idílico denominado hiraki, solo alcanzable para personas verdaderamente entregadas.
Hola Capi.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con cuanto expones. Al leer que "es necesario una solidez científica para curar a las personas", axioma con el que también estoy de acuerdo, me surge la siguiente reflexión. Hay mucha gente que asocia ciencia con occidente, otorgándole a éste la casi exclusividad de la existencia de aquella. Convendría recordarles a quienes así piensan, que esa gigantesca "despensa" del conocimiento a la que denominamos ciencia es el resultado dinámico de la aportación común de toda la humanidad, y no sólo de una parte de ella. Una suerte de palimsesto en el que la transitoria "verdad" y su inevitable obsolescencia propicia el advenimiento de la que la relevará. La ciencia, precisamente por su dinamismo, es, yo diría que esencialmente, contraria al dogmatismo, sea de la índole que sea.
Salud, y un abrazo.
Pues no sé de dónde habrás sacado esto, yo he sido incapaz de encontrar nada sobre esa supuesto terapia, aunque sí sé que "baka" en japonés es un insulto, algo así como tonto o inútil, según el contexto. En cuanto a la energía vital que llamas "shi" supongo que te refieres al término de origen chino "ki" (del mandarín, pronunciado "chi", de ahí lo de Tai-Chi o energía en movimiento). Con lo cual el "bakashi" sería algo así como la "energía tonta", jajaja... ¿No te lo habrás inventado???
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