De nuevo hemos recibido un nuevo aluvión de misivas, emitidas por todo tipo de canal (nuestros lectores son muy hábiles para hacer llegar sus mensajes), pidiéndonos arrojar algo de luz (¡contengan ustedes la risa!) sobre toda clase de creencias, pseudociencia y terapias alternativas. Vamos a ello, como ya hicimos en alguna otra ocasión, realizando un pequeño glosario a modo de ejemplos. No hace falta aclarar que nos limitamos a describir cada uno de los conceptos, nada más lejos de nuestra intención que ser tendenciosos o no ser objetivos (¡ejem!).
Geriniol. Aunque se quiere vender como un poderoso tranquilizante, sustentado en miles de años de uso, y aceptando que así es en gran medida, hay que denunciar los muy destructivos efectos secundarios (o no tan secundarios). Puede verse como una potente droga que lleva a tal alteración de la conciencia y la razón, que conduce al adicto a realizar los actos más absurdos, incluidos atentados contra seres humanos y otras culturas. Del mismo modo, personas que anteriormente llevaban una vida normal, acaban recluidas en comunidades dogmáticas en las que no se admite a los no adictos al Geriniol. Uno de los efectos más fuertes de esta droga es empezar a escuchar voces en tu cabeza, provenientes de algún ser imaginario que suele habitar en un mundo situado en las alturas; estos individuos pueden incluso acabar siendo líderes de la comunidad de adictos al Geriniol. Grotestos rituales, incluso algunos cercano al canibalismo, aunque sea a modo simbólico, creencias en torturas permanentes en lugares fantásticos posteriores a la muerte, o la alusión constante a conceptos ambiguos como salvación o redención, son otras de las características de la adicción a esta droga milenaria conocida como Geriniol.
Estiércol de Trash: se trata de una terapia alternativa, llamada así por su descubridor Alexander Trash, el cual creyó descubrir un método para sintetizar el poder curativo de la materia orgánica descompuesta (en otras palabras, y sin que nadie se ofenda, mierda pura). Los métodos que llevó a cabo para realizar tal proeza resultan algo difusos, vistos con el tiempo de un par de siglos, pero diremos que Trash insistía en las grandes "esencias vibratorias" que poseen los excrementos. Desde su punto de vista, las enfermedades vienen a ser desajustes vibracionales, entre nuestro cuerpo y nuestro alma (¡ay, ay!), por lo que "el estiércol tiene un gran poder para ajustarnos, elevar nuestras vibraciones y abrir nuestros canales para que así entre nuestro ser superior". Se mezcla aquí una hipótesis médica de lo más dudosa con conceptos místicos habituales en las creencias místicas, todo ello bien revolcado en excrementos de todo tipo. Solo una pregunta, ¿por qué les gusta tanto a los terapeutas alternativos la idea de "vibraciones" y lo de "abrir en canal" para introducirnos entes extraños?
Terapia de retrocesión: Hay que decir que las terapias alternativas suelen ser eminentemente reaccionarias; es decir, que les encanta mirar al pasado en lugar de innovar y descubrir. Esta terapia de retrocesión, basada en que es posible volver a recuerdos y experiencias pasadas, que nuestra mente guarda a cal y canto por sus propios motivos, y que pueden ser los motivos de nuestros males psicológicos o enfermedades presentes, puede ser un buen ejemplo. Una variante todavía más mística y delirante de esta terapia es aquella que directamente indaga en vidas pasadas del paciente; en otras palabras, de nuevo la idea de una instancia espiritual separada del cuerpo, claro, el alma (¡ay, ay!), y su capacidad para reencarnarse en nuevas vidas. Hay quien afirma que esta transmigración, en el paciente o en el terapeuta, se produce más en la mente que en el alma.
Placebus. Aunque algunos científicos quieren hacernos creer que el placebus ya fue superado hace tiempo por un modelo biomédico efectivo, otros muchos sostienen lo contrario y se congratulan de que sea así. El placebus se basa en que determinados factores, como una actitud tranquilizadora, digna y adecuada, por parte del terapeuta, resultan tremendamente eficaces para el paciente. Los defensores del placebus afirman que hay partes de la mente humana que resultan altamente incognoscibles; precisamente, sus detractores sostienen que, por lo mismo, no puedes desgranar los factores que ayudan al beneficio del placebus y elaborar una bonita terapia a gusto del consumidor. Lo que sí es cierto, es que alguien en su momento se limitó a administrar a un paciente un tratamiento ficticio (por ejemplo, inyectar agua en lugar de morfina) y el paciente sorprendentemente mejoró. La comunidad científica, no obstante, tan del gusto de la evidencia empírica, viene a rechazar los efectos de ensayo del placebus, ya que considera que son altamente manipulables. Lo que sabemos del placebus es que va mucho más allá de la simple forma del tratamiento, como son las ideas y creencias del paciente, su relación con el terapeuta, sus expectivas, etcétera, etcétera. Hay quien dice que no es éticamente correcto tratar a un paciente meramente con un placebus, ni mucho menos tratar de dar expliciones delirantes a su supuesto beneficio, pero eso ya es otra historia que dejaremos para mejor ocasión.
Geriniol. Aunque se quiere vender como un poderoso tranquilizante, sustentado en miles de años de uso, y aceptando que así es en gran medida, hay que denunciar los muy destructivos efectos secundarios (o no tan secundarios). Puede verse como una potente droga que lleva a tal alteración de la conciencia y la razón, que conduce al adicto a realizar los actos más absurdos, incluidos atentados contra seres humanos y otras culturas. Del mismo modo, personas que anteriormente llevaban una vida normal, acaban recluidas en comunidades dogmáticas en las que no se admite a los no adictos al Geriniol. Uno de los efectos más fuertes de esta droga es empezar a escuchar voces en tu cabeza, provenientes de algún ser imaginario que suele habitar en un mundo situado en las alturas; estos individuos pueden incluso acabar siendo líderes de la comunidad de adictos al Geriniol. Grotestos rituales, incluso algunos cercano al canibalismo, aunque sea a modo simbólico, creencias en torturas permanentes en lugares fantásticos posteriores a la muerte, o la alusión constante a conceptos ambiguos como salvación o redención, son otras de las características de la adicción a esta droga milenaria conocida como Geriniol.
Estiércol de Trash: se trata de una terapia alternativa, llamada así por su descubridor Alexander Trash, el cual creyó descubrir un método para sintetizar el poder curativo de la materia orgánica descompuesta (en otras palabras, y sin que nadie se ofenda, mierda pura). Los métodos que llevó a cabo para realizar tal proeza resultan algo difusos, vistos con el tiempo de un par de siglos, pero diremos que Trash insistía en las grandes "esencias vibratorias" que poseen los excrementos. Desde su punto de vista, las enfermedades vienen a ser desajustes vibracionales, entre nuestro cuerpo y nuestro alma (¡ay, ay!), por lo que "el estiércol tiene un gran poder para ajustarnos, elevar nuestras vibraciones y abrir nuestros canales para que así entre nuestro ser superior". Se mezcla aquí una hipótesis médica de lo más dudosa con conceptos místicos habituales en las creencias místicas, todo ello bien revolcado en excrementos de todo tipo. Solo una pregunta, ¿por qué les gusta tanto a los terapeutas alternativos la idea de "vibraciones" y lo de "abrir en canal" para introducirnos entes extraños?
Terapia de retrocesión: Hay que decir que las terapias alternativas suelen ser eminentemente reaccionarias; es decir, que les encanta mirar al pasado en lugar de innovar y descubrir. Esta terapia de retrocesión, basada en que es posible volver a recuerdos y experiencias pasadas, que nuestra mente guarda a cal y canto por sus propios motivos, y que pueden ser los motivos de nuestros males psicológicos o enfermedades presentes, puede ser un buen ejemplo. Una variante todavía más mística y delirante de esta terapia es aquella que directamente indaga en vidas pasadas del paciente; en otras palabras, de nuevo la idea de una instancia espiritual separada del cuerpo, claro, el alma (¡ay, ay!), y su capacidad para reencarnarse en nuevas vidas. Hay quien afirma que esta transmigración, en el paciente o en el terapeuta, se produce más en la mente que en el alma.
Placebus. Aunque algunos científicos quieren hacernos creer que el placebus ya fue superado hace tiempo por un modelo biomédico efectivo, otros muchos sostienen lo contrario y se congratulan de que sea así. El placebus se basa en que determinados factores, como una actitud tranquilizadora, digna y adecuada, por parte del terapeuta, resultan tremendamente eficaces para el paciente. Los defensores del placebus afirman que hay partes de la mente humana que resultan altamente incognoscibles; precisamente, sus detractores sostienen que, por lo mismo, no puedes desgranar los factores que ayudan al beneficio del placebus y elaborar una bonita terapia a gusto del consumidor. Lo que sí es cierto, es que alguien en su momento se limitó a administrar a un paciente un tratamiento ficticio (por ejemplo, inyectar agua en lugar de morfina) y el paciente sorprendentemente mejoró. La comunidad científica, no obstante, tan del gusto de la evidencia empírica, viene a rechazar los efectos de ensayo del placebus, ya que considera que son altamente manipulables. Lo que sabemos del placebus es que va mucho más allá de la simple forma del tratamiento, como son las ideas y creencias del paciente, su relación con el terapeuta, sus expectivas, etcétera, etcétera. Hay quien dice que no es éticamente correcto tratar a un paciente meramente con un placebus, ni mucho menos tratar de dar expliciones delirantes a su supuesto beneficio, pero eso ya es otra historia que dejaremos para mejor ocasión.
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